10:53 p.m
Me encontraba en pleno proceso de diagramación de un libro sobre el SNIP, hojas de estilo, parámetros de fuentes, fórmulas matemáticas y gráficos rondaban como satélites en rededor de mi cabeza; en eso suena el timbre del teléfono, mis hijos y mi esposa ya están cada cual en sus camas así que no tuve mas opción que pararme e ir a contestar la llamada.
10:54 p.m.
Levanto el auricular y lo primero que siento es un sonido leve como de lluvia lejana, digo:
- ¿Aló?
Y seguidamente una voz hasta ese momento desconocida me responde como titubeando:
- Buenas noches, con Mario Domínguez por favor.
- Él habla, ¿de parte de quién?, pregunto.
10:55 p.m.
- Soy Jorge Gonzales..
Se hizo un breve silencio por que en ese momento comencé a elucubrar rápidamente quién podría ser tal personaje ya que yo conocía un homónimo con el mismo nombre y apellido a quién había diseñado unos sticker’s para la Municipalidad de Cañete, pero decididamente no era su voz.
10:56 p.m.
- Recuerdas?, soy de la promoción del Maristas….
Y sin dejarle terminar la frase, como si una supernova hubiese reventado frente a mi, caí en la cuenta que la voz aflautada que estaba al otra lado del hilo telefónico era nada menos que la de nuestro recordado compañero de estudios el “Muerto” Gonzales que no estaba muerto sino que estaba de parranda allá por Michigan.
Intercambiamos los saludos de rigor y conversamos algo más de quince minutos, la verdad es que fue todo un acontecimiento para mí el estar hablando con Jorge a la distancia de 30 años.
En estos pocos minutos desfilaron por mi mente momentos de los más agradables -sobre todo entre 4to. y 5to. de sec.- en compañía de Jorge, recuerdo que se sentaba una carpeta delante de la mía y siempre esbozaba una sonrisa somnolienta de medio lado pero sincera y amigable; y como olvidarse de su épica participación en la caminata a Cieneguilla y su ya famosa frase: "¿Juaaan yaaa?" esperando el descanso prometido en un recodo que nunca llegaba.
El pasado suele ser un duende inquieto e insurrecto, en cualquier esquina nos tiende una celada; a veces nos asalta con alguna memoria desagradable y otras nos endulza con recuerdos siempre memorables, por eso es necesario estar siempre alertas y preparados por que ya ves, en el momento menos esperado, después de 30 años, reaparece la característica voz de nuestro amigo para saludarte y decir “Aquí estoy, un poco lejos pero aquí estoy y no se olviden de mi”. Gracias Jorgito por acordarte de los que vivimos por este meridiano, para nosotros -y para mí en particular- siempre será grato estar en contacto contigo, aunque sea virtualmente, y ya llegará el momento en el que podamos darnos un abrazo. Hasta siempre.
Mario Domínguez Olaya
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