

Hace algunos días tuve un sueño que me pareció bastante singular y me pareció una buena materia prima para ensayar un breve relato, además tener un sueño o una pesadilla es para mí un buen síntoma porque significa que he podido dormir aunque sea por algunos momentos, aunque el contenido haya resultado algo tanático y surrealista.
LA CONJURA
Aquellos documentos eran muy importantes, contenían los acuerdos de todas las acciones previas y la relación con los nombres de todos los que participaban en la conjura, doblaron los papeles y los enrollaron con cuidado haciendo un pequeño paquete que cabía en la palma de una mano cuidando de borrar todas las huellas digitales. Entonces lo llamaron y le dijeron:
LA CONJURA
Aquellos documentos eran muy importantes, contenían los acuerdos de todas las acciones previas y la relación con los nombres de todos los que participaban en la conjura, doblaron los papeles y los enrollaron con cuidado haciendo un pequeño paquete que cabía en la palma de una mano cuidando de borrar todas las huellas digitales. Entonces lo llamaron y le dijeron:
- Por la Bajada de Armendáriz, avanzando como en dirección a las playas hay unos pequeños arbustos, verás más adelante unos geranios de flores naranjas, ahí ocultarás este paquete sin que nadie te vea, es algo simple en su forma pero la tarea es de vida o muerte, no solo por su contenido sino porque la suerte de la persona que lo tiene que recoger depende de la ejecución exitosa de este encargo, demás está advertir que debes tomar las mayores medidas de seguridad al respecto.
Se puso unos guantes de lana, tomó el pequeño paquete y lo introdujo en el cangurito que portaba dirigiéndose hacia el lugar indicado. El invierno había comenzado y aunque aún era temprano –cerca de las 9 a.m.- no hacía mucho frío, sin embargo en el camino comenzó a sentir aquella sensación de ser seguido u observado y sus manos comenzaron a enfriarse a pesar de los guantes.
Se puso unos guantes de lana, tomó el pequeño paquete y lo introdujo en el cangurito que portaba dirigiéndose hacia el lugar indicado. El invierno había comenzado y aunque aún era temprano –cerca de las 9 a.m.- no hacía mucho frío, sin embargo en el camino comenzó a sentir aquella sensación de ser seguido u observado y sus manos comenzaron a enfriarse a pesar de los guantes.

Llegó a la cima del malecón y vio unas tiendas comerciales con grandes puertas de vidrio abiertas de par en par y entro rápidamente, unos minutos después, sus perseguidores ya estaban haciendo lo mismo. Él tenía la ventaja de estar solo y podía moverse con rapidez, entrando y saliendo por varias puertas, buscando confundirse con los pocos clientes que a esa hora estaban en la tienda hasta que divisó nuevamente la puerta de salida y corrió rápidamente hacia ella, unos pasos más y ya estaba en la pista adyacente y siguió corriendo a pesar del extraño calor que sintió en su espalda y justo en ese momento apareció una combi que sobre parando abrió su puerta y el cobrador sacando la cabeza gritó:


Estando ya próximo al paradero un bus partía con los asientos ocupados y decidió entonces esperar el siguiente y se ubicó detrás de una pequeña fila de personas y recién ahí cayó en la cuenta de que aún no sabía con precisión en qué lugar estaba y, más extraño aún, el cielo presentaba una oscuridad crepuscular sobrecogedora sobre todo teniendo en cuenta que, desde el incidente de la persecución, no había transcurrido más de una hora y tendría que ser las diez o diez y media de la mañana como mucho, sin embargo este clima extraño que observaba contrastaba con la agradable frescura del ambiente, definitivamente había algo que no encajaba.


Y le respondió:
- Señor, este bus va para el infierno, pero en el camino habrán varias paradas, Ud. Se bajará con otros más en el siguiente paradero.
Esta respuesta lo sacó de cuadro y se volvió hacia el asiento de Carlos para preguntarle:
- ¿¡Puedes decirme que mierda está ocurriendo¡? ¿¡Qué haces tú aquí!?
- No estoy seguro, contestó Carlos, estaba en mi sala mirando la televisión y de pronto sentí un dolorcillo en la axila izquierda y fue subiendo hacia el cuello; de pronto me encontré aquí en el paradero viéndote llegar y subir al bus; yo creo que todos los que estamos aquí estamos muertos.

- ¡Ya la cagaste!, no debiste matarlo porque muerto no nos sirve de nada, las órdenes eran llevarlo con vida, ahora nunca sabremos lo que se traía entre manos y encima nos darán una semana de rigor.
- No creo que nos den rigor por esto, diremos que intentó atacarnos y parecía que sacaba un arma del canguro, por otro lado, le recordaremos al jefe que él mismo nos dijo que el mejor revoltoso es el revoltoso muerto y éste ya no nos dará más trajín.

- Acaban de matarlo a sangre fría, pero dejó el paquete donde debía y nada los conduce hacia nosotros, la conjura continúa…
Mario Domínguez Olaya
Bueno, tu ensayo narrativo, mezcla de Kafka y El sexto sentido(pelicula de 1999)Deberías de escribir más. Podrías continuar esta historia con el nobre de La Conjura 2 o algo así. Lo que importaría ahora es tener más horas de sueño. Te felicito Rocco.
ResponderEliminarMEJOR SERIA QUE SUEÑES COMO VIVIAS EN LA EPOCA DE LAS CAVERNAS
ResponderEliminarESTA BUENO LO QUE ESCRIBES SIEMPRE LEO TODO,MI ESTIMADO MARIO,LO DEMAS SOLO ES MOSONADA DE ALEGRIA,NO LO TOMES A MAL,SUEÑA CON EL LOCO SOLORZANO Y VERAS QUE LAS COSAS SE PONEN COLOR DE HORMIGA DE HIROSHIMA.
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