viernes, 12 de septiembre de 2008

Les confieso que me es muy dificil convencer para que los integrantes de la promoción de vez en cuando se animen a escribir algo y compartir alguna vivencia propia con ustedes. En esta oportunidad me es muy grato en dejar este espacio a un amigo muy especial y que creo que cada año se va metiendo a la promoción más en su bolsillo: Julián Antezana, quién realizó un reportaje en el lugar que fue testigo del terromoto del año pasado y aquí están sus apreciaciones:

CHINCHA: UN AÑO DESPUÉS
La Crónica de un Zambito











Cuando con los muchachos fuimos al sur hace un año llevando la ayuda recolectada para los damnificados por el terremoto, nació en nosotros un claro anhelo de auxiliar y de dar algún apoyo, un grano de arena en el desierto, quizás, pero que salía desde el fondo de nuestros corazones. Lo que hicimos fue simbólico, lo sé, pero que alimentó nuestras vidas dándonos una gran lección, que la unión siempre hace la fuerza y nosotros como promoción nos dimos un tiempo para colaborar con la reconstrucción de Chincha y alrededores.

Ha pasado un año y las cosas casi no han cambiado. Aproveché un fín de semana de salir con mi familia en carro rumbo al sur. Carmen, mi esposa tiene parientes en Cañete. Junto con ellos marché a Chincha, Groso Prado, El Guayabo, Sunampe, Tambo de Mora, El Carmen, y todas esas localidades que visitamos con los compañeros en el 2007. Fue tanta mi sorpresa de encontrar casi todo como lo vimos un año atrás que me dije, donde quedó todo? donde estaba la reconstrucción que con bombos y platillos el gobierno gritó en voz alzada? La ayuda solo se repartió a los que más bulla hacen, los demás esperaron sentados la ayuda que nunca llegó.

Ahora bien, hay que reconocer que el poblador chinchano es un poco conformista y que todo lo espera, no es el que emprende un cambio, son muy buena gente, pero les falta la desición para mejorar, es gente noble pero hasta cierto punto relajada. Es mi modesto parecer, porque a estas alturas, si el gobierno o las autoridades regionales no hacen nada o muy poco, las organizaciones vecinales y pueblo en general deberían haberse puesto a trabajar desde hace rato. Fue chocante ver a los mismos que visitamos meses atrás en la misma situación, viviendo en carpas o cubiertos con bolsas de plastico como techo, viviendo practicamente en la calle. Creo yo que la ayuda fue mediática en su momento y que con el tiempo se evaporó. Los víveres y la vestimenta son recursos que ya se consumieron, la recosntrucción de las casas y el nuevo diseño urbanístico es de responsabilidad de las autoridades y de los damnificados.

Se han cometido -según nos lo han dicho- muchos vicios e irregularidades a través de la ayuda otorgada. Se han manejado grandes cantidades de dinero y se han quedado en el camino sin llegar a los beneficiados, la ayuda internacional realizó algunos logros, como el centenar de viviendas que entrego el gobierno de Venezuela a los afectados por el sismo pasado. Todo son buenos intentod pero nodejan de ser aislados. En conjunto y haciendo un amargo balance de lo realizado por los propios, la situación es desalentadora. Inclusive hubo gente que sin conocer nada sobre la construcción de casas de emergencia a manera de módulos, hicieron contratos millonarios con las autoridades locales para la prestación de sus servicios otorgando un producto deficiente e incumpliendo con los contratos. Por otro lado personas que enteradas del Bono de Emergencia que el gobierno otorgaba a los damnificados a los cuales sus viviendas se habían desplomado, han derrumbado sus casas para cobrar los 6 mil soles ofrecidos. Es lamentable esto, porque muchos no tenían sus viviendas tan dañadas para beneficiarse con este bono. Sin embargo, a algunos el tiro les salió por la culata y hasta ahora no han cobrado nada, "se quedaron sin soga y sin cabra".

Tuve la suerte de visitar a nuestra recordada Mamainé, la bella morena descendientes de Angoleños que tiene un restaurante al cual yo voy siempre porque me hace sentir en familia, siempre ella con su hospitalidad que la caracteriza y muy cariñosa. en esta oportunidad le llevé un cuadro enmarcando una foto nuestra de nuestro paseo por el sur hace años cuando venimos de la mano de Carlitos Guevara. En esa imagen posamos junto con ella y la pasamos muy bien. Mi familia quedó encantada con la atención y con su comida.

Pude ver que todas las iglesias que quedaron afectadas por el sismo siguen igual, peor aún, hay algunas que derrumbaron escombros y no han hecho nada desde entonces. Parece que el tiempo no ha pasado por Chincha, las cosas practicamente siguen igual. Me enteré que Amador Ballumbrosio está muy delicado de salud y su familia está pidiendo al gobierno un bono de por vida en mérito a todo lo aportado por la música. Es preferible rendirle un homenaje y premiarlo en vida que recordarlo por lo que hizo, ya fallecido.

Existen muchas cosas que hacer que se hacen de a pocos, practicamente con recursos propios y privados, como por ejemplo la reconstrucción de la Hacienda San José, que también visitamos en aquella vez.

Me despido haciendo votos para que la situación cambie, no nos quedemos con los brazos cruzados. No me cansé en mi estadía en Chincha de conversar con los pobladores para que las cosas marchen mejor, que se pongan a trabajar ellos mismos en su afán por levantar nuevamente la ciudad, sin esperar que todo llegue desde Lima. Lamentablemente pasará otro año más y la situación no cambiará mucho, si siguen teniendo esa actitud. Mas solidaridad, más unión, más fuerza para organizarse y pedir por lo que es justo, pero poniendo manos a la obra.

Julián Antezana Sánchez

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