viernes, 14 de noviembre de 2008

A MIS VIEJOS AMIGOS

El hombre se pasa doblando los codos de la vida, uno tras otro. Eso ocurre a los veinte, donde creemos que, pasado ese lapso, entramos irremediablemente en la vejez. Luego, al doblar el codo de los treinta nos damos cuenta que seguimos jóvenes pero que llegamos a la “edad de la razón”, como dijo Jean-Paul Sartre en una de sus novelas. Doblar el codo de los cuarenta nos pone de cara a la finitud del tiempo, y ahí empezamos a darnos cuenta que todo tiene un límite, y éste llega.
La mayoría de nosotros esboza los últimos años de los "cuarenta", casi medio siglo de vida y en algunos casos más de treinta y cinco años de conocernos. Otros más "abusivos" tienen una relación de amistad que sobrepasa los cuarenta años, todo un record. El tiempo pasa, parece que no nos deja nada salvo arrugas, miopía y coronilla al aire, pero no es así. El tiempo nos provee de amigos. El trayecto de la vida nos da la oportunidad de ensayo y error, de hacer una amistad y probarla. ¿De qué manera? No hay mejor manera de probar una amistad que el paso del tiempo, ese paso que lima mucho más que las olas del mar y orada tanto como una gota de agua. Una amistad es tal cuando resiste el paso del tiempo. Cuando aquel amigo es una imagen estampada en la piedra, inamovible.

En mi viaje diario por la internet me he encontrado frecuentemente con foros y avisos en donde se buscan a los amigos del colegio con mucho afán. Casi siempre lo hacen personas que están fuera del país y añoran ponerse en contacto con aquellos seres que compartieron los años más significativos de sus vidas. El ser humano "busca" pero ha veces no "encuentra". Tener amigos es tener una gran dicha. Uno no puede escoger el país en donde nacer, los padres y hermanos tener, pero si un amigo.

Aquel amigo de barrio, que jugó contigo a la pelota, que estuvo quizás presente en las salidas con las chicas o que fue cómplice de tus travesuras. Ese que creció contigo y aprendió a ser hombre con cada error y lágrima derramada. Ese también, es el viejo amigo que siempre recordaremos.

Si bien es cierto que todos los integrantes de nuestra promoción no tienen que ser tus amigos del alma, también es cierto que quieras o no formaste parte de ese grupo y que fueron testigos de tu desarrollo y estuvieron presentes en tu vida siendo protagonistas indirectos de lo que gestó lo que ahora eres. Ese puñado de gente que si bien es cierto es muy distinta entre sí, guarda muy celosamente las vivencias que cada uno experimentó y que ahora con el paso de los años, igual a cada uno lo interpreta de distinta manera.

No pretendamos que aquellos viejos amigos, sean los mismos que dejamos en las aulas, no sólo hablo de lo físico -que en algunos casos realmente se ven muy diferentes- sino en su interior. Muchas cosas influyen en esto: el trabajo, la pareja, los valores e ideales, tu carácter y demás hacen que el que conociste alguna vez sea "otro" o crea ser "otro". Indudablemente que en el grupo compacto que nos movemos dentro de la promoción, existen ciertos elementos que no les importamos, aquellos ex condiscípulos que por casualidad compartieron con nosotros una aula de clase. Es una pena decirlo pero los hechos hablan por sí solos. Desde el 2002 estoy muy íntimamente relacionado con el quehacer de Pablo VI como promoción y me atrevo a afirmar que gracias a Dios existe un reducido número de ex condiscípulos que ignoran todo lo que sucede dentro de los Maristas Boys 78 porque no les interesa en lo más mínimo lo que hacemos. Son gente que "quema etapas" y nunca miran hacia atrás para reconocer el camino pisado alguna vez, quizás embebidos por recuerdos no tan gratos que marcaron sus vidas o quizás por "demostrarse a si mismos que son más".

No me cansaré de decir que si estamos unidos, la gran mayoría, por los mismos ideales. Debemos de fijar la mirada hacia algo más trascedental y hagamos una reflexión sobre la condición humana y las posibilidades de cada uno de intervenir en el curso de la historia. Hemos demostrado que actuamos en situaciones difíciles de apremio y desarrollado actividades de variada índole. Si bien es cierto que existen algunos elementos que les gusta tener todo facil y "digerido", también hay integrantes de la promoción que logran destacar por su entrega y desinterés. Las cosas se están presentando así y creo que vamos avanzando hacia ese norte.

Si pretendemos seguir diciendo toda la verdad, también podemos asegurar que hay amigos de poco tiempo a los cuales sentimos como amigos de toda la vida, y que en escasos años se probaron como amigos de fierro, como hermanos del alma. Dentro de este significativo grupo de compañeros que se apilaron al rebaño marista en los últimos meses de 1978 cabe rescatar a Humberto, a Juan y a Miguel como dignos representantes de lo que afirmo. Las fotos y recuerdos de estos últimos 6 años corroboran lo dicho. Más aún, quedan en nuestras mentes lo que una imagen no puede trasmitir: su manera de ser y su actuar.

Puedes conocer muchísimas personas en el transcurso de tu vida pero al final te das cuenta que sólo unos pocos se dieron el titulo de amigos, los otros son sólo bellos recuerdos que momentáneamente te dieron felicidad pero que al final te abandonaron en el camino, sin embargo, tus amigos siguen ahí al pie del cañón sin dejarte caer. También he sido testigo de amistades muy fuertes y que ahora ya no existen. Es increíble saber que una amistad tarda tiempo para construirse y que en unos segundos se puede derrumbar con tanta facilidad.

He tenido también la experiencia de conocer como amigos a muchos de los integrantes de la promoción ahora que ya somos mayores, me pregunto ¿donde estuvieron todo ese tiempo? estuvieron allí quizás esperando ese agradable momento que nos depara la vida para descubrir a los amigos de verdad de todo un montón de personas. Nuestras vidas por razones a veces indescriptibles, han coincidido en un punto del camino trazado para cado uno, que hace que se desarrolle en torno de ese encuentro, otro sendero común.

De más está decir que yo, por las décadas que llevo gastando suelas por la tierra, he tenido más de una ocasión de estos reencuentros. Los amigos que un día vuelven a aparecer en nuestra vidas —o nosotros en la de ellos, no nos creamos protagonistas, que en el teatro de la existencia apenas si somos tan solo un vals— son el empujón que necesitamos para seguir andando, es la mano que nos quita un poco de peso en la mochila y es un volver a renacer, porque un amigo reencontrado es una amistad probada que vuelve a poner el cuenta kilómetros en cero.

Los dejo con la letra de "Los viejos amigos" canción de Martín Valverde, cantautor religioso:

Quiero evocar hoy en un canto
quiero entonar mi canción
para aquellos que una vez
junto a mi caminaron

Hoy canto a su amistad
las luchas que juntos peleamos
momentos de gozo y dolor
que viven en el corazón

Los viejos amigos no quedan atrás
siguen viviendo y aún
ellos saben que tienen guardado un lugar
muy dentro de mi corazón

Hay parte de mi que no morirá
esta sentenciada a vivir
es la parte que se dió
es la parte que a otros amó

Cuanto nos cuesta entender
el valor de las cosas que amamos
amemos, no vaya a ser
amemos antes de perder

Y tu gran amigo el mas viejo y más fiel
de ti yo aprendí la amistad
y lo canto y lo grito que se sepa bien
mi Dios es mi amigo más fiel

Martín Valverde

Paco Cárdenas Linares

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