Había llegado el momento, eran ya 3 años de noviazgo con Nelly y fue entonces que decidimos casarnos. Nuestros padres nos ayudaron en todo lo que pudieron y teníamos también el apoyo de los amigos. Ella cubría todas mis expectativas y aún más, sin embargo había una cosa que me molestaba mucho, y era la mejor amiga de ella que también estaba muy buena, era inteligente y sexy y mas de una vez había flirteado conmigo, lo que me consternaba y me tenía los nervios y la libido de punta.
Un día, próximo a la boda, la amiga de Nelly me llamó por teléfono y me pidió que fuera con urgencia a su casa para que le ayude a definir la lista de los invitados a la recepción.
Ninguna malicia pasó por mi mente, incluso me sentí conmovido por un sentimiento de gratitud por su colaboración así que hice un alto en mi trabajo y fui para allá. Estacioné mi auto en la puerta de su casa, toqué el timbre y desde dentro su voz me dijo que pasara por que estaba abierto, y que ella enseguida bajaría; la puerta se abrió lentamente y yo pasé a la antesala esperando que aparezca y proceder a lo que me había convocado.
Pasó un momento y cuando alcé la vista ella estaba parada en el umbral de su sala, vestida con un babydoll blanco transparente como único atuendo, sin nada debajo; se acercó y me dio un beso de bienvenida muy cerca de la comisura de mis labios, mientras tanto yo seguía en shock y anonadado, y con un susurro de voz me dijo al oído que estábamos solos y ya que me iba a casar con su mejor amiga, y tomando en cuenta que ella me tenia ganitas desde hace algún tiempo y que se había dado cuenta que ella no me era indiferente lo mejor sería no aguantarse más y que antes de casarme y comprometiera mi vida con su mejor amiga, sería bueno hacer el amor conmigo solo esta vez; digamos como una despedida.
Casi se me salen los ojos y tenía un nudo en la garganta, no podía articular palabra alguna, entonces me dijo: - ¿qué pasa? ¿te comieron la lengua los ratones?, mira haremos lo siguiente, esa es la puerta de mi dormitorio yo entraré y te esperaré en la camita, si tu lo deseas tanto como yo, entra y seré tuya.
La última imagen que quedó grabada en mi retina fue cuando abrió la puerta de su dormitorio y antes de entrar hizo resbalar por sus sedosos hombros las tiritas del babydoll y éste terminó en el suelo, por unos segundo tuve ante mi, en todo su esplendor, ese maravilloso derriere y esos voluptuoso senos para desaparecer, prontamente, detrás de la puerta. Fue un momento crítico, eros ya le había dado una patada en el trasero a la razón, y mecánicamente me dirigí hacia aquella puerta; faltaba solo un paso para llegar y abrir la puerta y enfrentarme a la gloria cuando un fogonazo de ecuanimidad sacudió mi mente, rápidamente giré sobre mis talones y regresé sobre mis pasos hasta la puerta de entrada, toda mi concentración estaba puesta en salir y llegar lo antes posible a mi auto.
Abrí la puerta de la calle y casi me da un síncope cardiaco cuando me encontré con Nelly ahí fuera; ella no me dejó hablar, se colgó de mi cuello y me besó con el rostro bañado en lágrimas mientras me decía: - Estoy muy feliz y orgullosa de ti, has pasado esta pequeña prueba que me ha demostrado que no podía encontrar un mejor hombre como esposo.
Ni ella, ni su amiga, sabrían jamás que mi prisa por llegar al auto era para sacar la cajita de condones que tenía en la guantera y no para huir de la tentación; este incidente me hizo replantear el asunto del matrimonio y un tiempo después pude saldar cuentas con la amiguita de mi novia, pero esa es ya otra historia.
Mario Domínguez Olaya
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