jueves, 12 de febrero de 2009

QUINTO DE SECUNDARIA: A LA CONQUISTA DE "UN MILLÓN DE AMIGOS"

En el transcurrir de la vida uno se encuentra muchas veces rodeado de gente especial. En muchos casos éstas pasan por nuestras vidas de una manera superficial y no terminamos por conocerlas. Esto le ha pasado a muchos de nosotros en la etapa escolar con nuestros compañeros. Hemos dejado pasar las oportunidades que la vida nos regala en darnos realmente cuenta quienes eran realmente los que nos acompañaban en el aula. Para mí el 5º año de secundaria me valió de mucho para tratar de enmendar ese "error" de enquistarse en un grupo, de frecuentar solo una "mancha", sentirse como pez en el agua en ella, pero pasando a un segundo plano a los demás.

El "Traidor" pide "licencia"

Se puede decir que pedí "licencia" a mi grupo, sí, a ese en que frecuentaban los "nerds". Ya es archiconocido con quienes paraba de arriba abajo. El "break" con mi grupo hizo que se malinterpretara mi alejamiento, creo que hubo un claro resentimiento de parte de ellos a tal punto que me bautizaron como "el traidor", chapa que me ocasionaba gracia, ya que comprendía que estaban respirando por la herida. Esa tregua fue muy beneficiosa para mí porque emprendí el rescate de todo lo que me había perdido durante todos los años en el colegio. Conocí mejor a muchos compañeros y a decir verdad salí muy satisfecho. De cierta manera ese último año de colegio fue un romper con todo lo convencional que hasta ese momento había sido mi carta de presentación: ser uno de los más aplicados en clase, responsable, muy poco sociable, de buen comportamiento, etc, y no sigo porque me da verguenza....

La "manchita" fue siempre bien bacán, creo que todo el mundo la forma para sentirse cómodo, casi siempre es el grupo que te acepta como eres, el igual o parecido a tí. Mi grupo se había convertido en una asociación-cúpula donde las actividades, eventos y celebraciones se realizaban de acuerdo a nuestra forma de pensar. Los profesores tutores casi siempre cometen el gran error de delegar a sus mejores alumnos la organización de cualquier actividad dentro del aula de clases, entre ellas las destinadas a la formación de nuestra promoción, esto para aminorar su carga de trabajo.

El cuarto de secundaria fue un año clave en nuestro paso por las aulas. Juan Borea llega como tutor y nos muestra una nueva forma de hacer educación. Cambia radicalmente nuestra manera de ver las cosas. Recuerdo mucho ese claro afán de hacernos ver que las cosas no son realmente como las vemos y como nos la dicen. Es aquí que el protagonismo de mi grupo llegó al climax. Tuvimos voz y voto para la conformación de grupos, para dirigir algo, para criticar algo, inclusive a nuestros profesores. Éramos dueños de nuestros actos y de lo que decíamos. Se respiraba "libertad", "democracia" en el ambiente, acuérdence que todavía estábamos bajo la dictadura militar que nos había adormecido durante todos los años en que fuimos al colegio.

Como en todo grupo, existía una cabeza, en el mío era Walter Artemio. Nadie podía ingresar al grupo si él no estaba de acuerdo, prácticamente lo acostumbramos a que siempre podría tener razón en todo y no necesariamente era así. A mi nunca me importó hacer la de jefe, me gustaba más la de lider. Los demás integrantes: el otro Walter, Roberto y ocasionalmente el Chino López conformaban este compacto grupo que andaba de aquí para allá, lógicamente con algunos respiros permitidos y algunas conseciones bien ganadas.

Pudimos notar que a mitad de 1977 el salón de clases se dividió, no arquitectónicamente, sino en ideas y maneras de pensar. Tres grupos se formaron -no se si se dieron cuenta la gente- eso hizo que se polarice el conjunto de alumnos. Sin querer queriendo -como dice el Chavo- se fue instalando paulatinamente una gran muralla entre nosotros, los que estaban en el centro, casi siempre eran los que les daba igual y no les interesaba formar partido de algo o por algo, eran los que les "llegaba al hue.." todo, los relajados.

La Edad del relajo

Es así que que al año siguiente, cuando Pablo Duque era nuestro maestro tutor, hice votos para desprenderme de los imnumerables apegos que rodeaban mi vida hasta entonces. Me llegaron altamente los estudios, realmente sentí que 5º de secundaria no era lo que esperaba. Algunos profes super relajados que incentivaban la vagancia entre nosotros, pedían a la letra que nos "tiremos la hora" de clases para hablar u organizar cualquier cosa. En los colegios públicos peligraba el año escolar por las huelgas tan largas de los profesores. Acostumbrado durante toda la etapa escolar a tener los primeros lugares, ese año quedé a pesar de todo en un honroso cuarto lugar en el orden de méritos y un reconocimiento como alumno excelencia en todo el plantel junto a Isabel López del salón homónimo al nuestro. Mis padres jamás me dijeron que estudiara y cumpla con mis deberes, quizás porque los acostumbré durante toda mi vida a hacer las cosas sin que me lo tengan que decir. Tal es así que comencé a faltar a clases una y otra vez, "tirarme las horas de clases!!!". Años atrás habría sido un tema super tabú en mi vida escolar, en ese momento era una realidad. Salía con algunos de nosotros -ninguno de la mancha de los nerds- del colegio trepando la muralla del plantel por la parte de atrás, otras veces con armas mas sofisticadas, mostrando permisos membretados para salir - a veces firmados por mi mismo- una completa locura.

La emoción en hacer estas cosas era tanta que me gustaban repetirlas muy a menudo, inclusive en horas de clase ibamos a mi casa a escuchar música con Martín, Aníbal, Coco, Gustavo, a veces Roberto o alguien más. Para sorpresa de los muchachos mi mamá nos recibía con refrescos y galletas siempre mostrando una sonrisa y darnos una cordial bienvenida. Ella era mi fiel cómplice de mis andanzas. Nos dejaba hasta el hastío deleitándonos con long plays "caleta" esos que no ingresaban al país por ser "dañinos" para los peruanos. Música de Pink Floyd, Emerson, Lake & Palmer, Yes, Uriah Heep, Black Sabbath, Rick Wakeman, llegaban a mis oídos por vez primera. Anibal "Kato" Bustamante era el que los traía prestaditos de un primo, la verdad que esa música era super buena. Mi cultura musical hasta ese entonces llegaba tan solo a las baladitas del momento, algún rockcito por ahí y a mucha música orquestada -inclusive llegué a comprarme 180 LPs del músico francés Paul Mauriat...una locura para un muchacho de entonces.

Cuando me quedaba en clases, ocupaba el último lugar del aula. Me sentaba al fondo del salón, entrando por la puerta en diagonal hasta dar con la pared posterior. Allí me entretenía haciendo alguna caricatura, algún dibujito, intercambiar los "cromos" que se habían hecho en torno del Loco Solórzano - entre Santillán y Lecaro habían creado un album de figuritas coleccionables del loco en todas sus formas. Sergio, Franz y todo el grupo de atrás si que sabían divertirse de verdad. Sentía que en esa ubicación dominaba todo el salón. Uno se "ganaba" con todo lo que pasaba dentro y fuera del aula. Ni qué decir de la "operación plageo" que se daba todas las veces que nos tomaban exámenes. Se desarrollaba un magnífico operativo sincrónizado en donde el "Maestro" Santillán era la estrella. "El Gringo" Lecaros era el motor de los datos en papeles y la distribución llegaba a tí aunque no lo pidas. Realmente eran unos magos de la "copiadera", a los cuales tengo que dar las gracias y admitir que muchas veces los necesité, en especial en las pruebas de trigonometría.

De "Las Boínas Negras" a "Pablo VI"

Llegué ese año a salirme con las mías al darles un escarmiento a los integrantes de mi manchita. Antes de mi salida del grupo, ellos habían acordado no participar en ninguna actividad en el consejo estudiantil, en la promo y demás. Como ellos eran las estrellas del salón, de seguro nadie haría nada y las cosas estarían siempre en un constante "stand by". Harto de aquellas poses de diva engreída, me compenetré en un audaz proyecto, "muy revolucionario" por cierto donde lo que primaba era el trabajo en equipo y mucha acción. La promoción no tenía ningún liderazgo, no había nadie que se hiciera cargo del "gran bulto" que éramos todos, a Pablo nuestro tutor le daba igual. Es entonces que junto con "los muchachos de enfrente", aquellos que estaban en el grupo "opositor" logramos formar una asociación multifuncional, que se encargaría entre tantas cosas de reorganizar la promoción, instalar un periódico mural, reorganizar el consejo estudiantil, preparar a los alumnos para que participen en los juegos florales, competencias recreo-deportivas, etc. Reuniones iban y venían, todo estaba quedando listo para el asalto del salón de clases un día equis, después que terminaran las vacaciones de medio año.

Íbamos a proponer a Juan Nolasco como presidente de la promoción, él estaba de acuerdo -inclusive se organizó su plataforma de trabajo y acciones con anticipación, la comisión a cargo de elaborar el periódico mural (nuestro órgano de prensa) ya estaba lista. El grupo era grande, me acuerdo que lo componían Coco Cotrina, Gustavo Martínez, Juan Nolasco, César Romero, Mario Domínguez, Jorge Gonzales, Daniel Zevallos, Eduardo Lecaros, Carlos Tupez, Luis Paredes, Tito Zavala, Rubén Solórzano, Martín Orellana y otros más que no recuerdo.

Llegó el día, en la hora de O.B.E. (curso llamado de orientación y bienestar del educando) que era siempre full hueveo. Pablo nos regaló el espacio y se propuso de inmediato reorganizar la promoción. Como los que siempre eran propuestos no querían saber nada con esto, dejaron pasar la posibilidad de candidatear para presidente. Entre muchas opciones la de Juan Nolasco era la que tenía mejor pronóstico y así fue, la lista que encabezaba Nolasco Paiba fue la ganadora. De manera violenta se organizó el periódico mural poniéndole el nombre de "Boinas Negras", una denominación un poco sugestiva y revolucionaria para ese momento. No estuve de acuerdo del todo con el nombre pero creo que graficaba realmente el sentimiento que teníamos y las ganas de ir al cambio de algo que se tornaba cada día más aletargado y con muchas telarañas. Resultó un boom dicho sea de paso aquel medio de comunicación, tenía de todo y bien diagramado. Nunca olvidaré el retrato de Pepe Chávez como "El Personaje de la semana, recibimos muchas felicitaciones.

Las semanas transcurrían y las comisiones funcionaban, se acercaban los juegos florales y las actividades deportivas para la semana del colegio. Es cuando el grupo de "elite" se siente marginado, tocado por la indiferencia y trata de dar un golpe bajo a todo lo que empezaba a brillar. Es así que un día Walter Artemio pide la palabra en una hora en donde Pablo Duque daba clases, diciendo: "Mis ojos y oídos han sido testigos como entre gallos y medianoche se han tejido acciones que distan mucho de nuestra formación y yo no las comparto, es por eso que invito a todos los compañeros que han estudiado conmigo desde primero de primaria a formar una promoción auténtica que refleje el sentimiento que siempre nos ha unido....quienes quieren formar grupo conmigo?" En eso Pablo Duque puso orden porque se desató una pequeña reyerta. Hizo entender que lo que pedía Walter era algo sin ninguna consistencia y que marginaría aún mas al grupo en su totalidad. Es entonces que se le ocurre algo que cambió para siempre el destino de la promoción y dijo: "Viendo que nos estamos alejando de los postulados de Marcelino Champagnat, pido que se convoque a nuevas elecciones limpias y transparentes en donde se refleje el verdadero sentir de la promoción....es por eso que propongo a mi amigo Walter Valderrama para presidente..." En ese momento se proponen a nuevos candidatos, el grupo del cual yo formaba parte decidimos no participar y de esta manera Walter Valderrama con una relativa mayoría -veintitantos de nosotros- se alza como nuevo presidente de la promoción en calidad de vitalicio.

Luego de los incidentes inmediatamente se propone elegir un nombre para la promoción, de todos los propuestos el de Pablo VI se alza como triunfante (no vayan a pensar que para el nombre tuvo que ver en algo Pablito Duque...noooo) Ese año tuvimos tres Papas, la muerte de Pablo VI y su obra primaria de reformas dentro del Vaticano y dentro de la Iglesia hicieron que lo hiciéramos nuestro patrono.

Reflexiones y conclusiones

Muchas lecciones recibí aquel año y después de esta aventura destornillante comprendí muchas cosas que hasta ahora valoro. En primer lugar, el colegio te alcanza solo algunas cosas para la vida, la instrucción que recibes no es la que te vale para el ingreso a la universidad -por lo menos en aquellos tiempos- , otro aspecto es que nunca terminas por conocer a tus semejantes, hasta ahora me sigo sorprendiendo por las actitudes de mis condiscípulos del pasado, muchos se convirtieron en mis amigos pero sigo sin comprender a veces, los cambios que se van produciendo en ellos. Otros se han vuelto en amigos después de salir de las aulas, esto gracias que a pesar de que muchos tomamos caminos diferentes, seguimos cultivando el compañerismo y es allí donde nos podemos conocer mejor. Por otra parte, el trabajo en grupo es muy importante, cuando tenemos un plan, un proyecto, una meta y ésta se realiza llegando a cubrir todos los objetivos es una gran satisfacción. El crear este malestar en mi grupo de origen, ese que no permitía el ingreso de más miembros, me dió aquellla libertad y convicción de que las cosas cuando hay que realizarlas hay que hacerlas si o sí. Pude comprobar que nadie es insustituible ni imprescindible para algo. A veces damos roles a la misma gente y nos olvidamos de gente muy valiosa. Al integrar por algunas semanas aquel grupo disidente comprobé y descubrí muchas personas muy valiosas que años atrás no sabía al cien por ciento que existían. Mi grupo de amigos creció, inclusive muchos de los que recién ingresaron en 1978 se convirtieron en mis amigos -la próxima semana hablaré de uno de ellos- y que aquella amistad hasta ahora persiste.

El espíritu rebelde propio de esa edad, aquel que está lleno de energía, ese que derrama mucha inquietud, creo que fue el motor de ese último año en el Maristas San Juan. Me puse al día con mis amigos. Por otro lado solté el acelerador con respecto al estudio, pudiendo observar otras aristas de la vida en un salón de clases, el despertar al mundo y a la sociedad, mi iniciación en asuntos del corazón y sobre todo comenzar a darle el verdadero valor y lugar a las cosas.

Paco Cárdenas Linares

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