miércoles, 25 de febrero de 2009

CORREO Nº 7 PARA EL MARISTAS SAN JUAN

……….Cuando un arenal se transforma, cuando solo unos salones de madera una losa de concreto y unos arcos de fierro se convierten en parte de tu historia.Para los hermanos que diseñaron un proyecto educativo, no solo lo lograron sino que crearon el escenario donde nosotros actuamos y escribimos parte de nuestras vidas ........

Se llegaba caminando, casi todos vivíamos en San Juan en la A, la B, la D y algunos en la C, nadie vivía mas al sur ( solo el chino López ) . En los cerros solo había lagartijas, alacranes, pedazos de uniformes de soldados, algunas balas y ocasionalmente alguien decía que encontraban un soldado enterrado. Cuando veniamos del centro llegábamos entre chacras de maíz y al entrar ( hoy el puente Atocongo había un establo ah y el grifo, hoy Metro ). Para salir y entrar de San Juan solo se tomaba la 28 la 52 y algún colectivo hoy combi, también estaba los Lima Chorrillos, verdes en que manejaba el papá de Cacotín. Los cercos del Maristas no existían cuando ingresamos, estudiábamos en unos aulas prefabricadas de madera y techos de Eternit, teníamos un patio de cemento y los niños que ibamos a 1ro. de primaria éramos pequeños, audaces, tímidos, gorditos, cholitos, blanquiñosos, deportistas, todos inocentes y no había ningún negro ( cosa rara, no Julián , por eso te dicen zambo ).

Las carpetas eran de madera, antiguas, con tapa de madera antiguaaasss y espacio para el tintero ( por si acaso no usábamos tinta líquida, tan viejos no somos ), eran enormes unipersonales donadas por algún colegio de la congregación, creo que del Champagnat o San Isidro, siempre nos donaban algo, los Maristas eran una congregación de hermanos que se dedicaban ala educación de la clase media alta en Miraflores, San Isidro por eso era raro que en San Juan pusieran un colegio, pero nosotros estábamos alli, seguramente por las buenas intenciones de nuestros padres.

Los profesores eran monjas, hábito negro, tocado negro que solo dejaba ver el rostro de las religiosas que nos formaron en los primeros años, la madre Eucaristía, la madre Maria y la recordada madre Azucena. Angelitos de papel en las equinas recortes de algún santo o alguna felicitación hacían que los niños del Maristas se sintieran orgullosos de sus tareas bien hechas, nos exigían mucho en caligrafía, sino porque tiene buena letra Paco, Pepe Chávez, Franz, Daniel , el chino López, yo mas o menos, ah¡¡¡¡¡¡¡ con el maestro y alguien mas fracasaron rotundamente, bueno hay cosas imposibles de lograr. Los cuadernos eran negros y los útiles se compraban en la librería Salesianos o la Guevara o la Atogu.

No recuerdo muy bien pero creo que había una campana que indicaba el termino de las clases que después se cambio por una sirena, chicharra o no se como llamarla es que hacia un sonido rarísimo. Los niños del maristas éramos de todo tipo, usábamos uniforme comando ( uff que bueno que solo un año ) pantalón y camisa, corbata y cristina con galones azules, luego el uniforme único, pantalón gris y camisa blanca, hasta quinto de media, con el maestro era siempre multicolor, algunas peculiaridades de alguien mas como parches y costuras con hilo de pescar, nos conocíamos por la zona donde vivíamos, por lo bien que jugaban pelota, por lo bien que dibujaban, por que eran altos, por algunos que éramos gorditos, por lo orejón, por lo risueño, por lo pelucones, por lo flaco, por que no se bañaban, por lo cabezón, por lo veloz, por lo cegatón, por lo gringo, por lo coqueto, por lo cojudo, por loco, y algunas virtudes mas, pero todos éramos inocentes, ingenuos, un libro abierto, en formación.

Las monjas del Regina Pacis hicieron bien su trabajo formaron una familia, porque al final eso pretendemos ser. Todos tenemos algún defecto pero nos entendemos nos aceptamos y seguimos juntos.

El arenal, el cemento, las aulas de madera, las monjas, los hermanos Maristas, los alacranes, las lagartijas (véase "el coliseo de peleas", "el cañón del Buda") hicieron lo suyo, crearon lazos que mas adelante se fortalecerían.

Cuando entramos a tercero de primaria nos encontramos en el camino con el profesor Luís Enríquez que también forma parte de nuestra historia pero evidentemente eso merece una columna mas larga del espacio que aun me queda. Cuando colocaron el primer ladrillo en el Maristas en San Juan, se juntaron en la historia, muchos de nosotros y aun se sigue escribiendo aunque no nos demos cuenta.

Walter Valderrama Conde
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