viernes, 8 de mayo de 2009

EL GORDITO DE LA BICIMOTO
Acerca de como podemos ser felices "siendo niños" nuevamente

La verdad es que no tenía intención de escribir sobre esto, pero me he quedado con tantos recuerdos que han llegado a mi mente sobre Pepe Candiotti que creo ilustrarán lo que deseo transmitir en este artículo.

Pareciera como que muchos de nosotros estamos buscando la "fuente de la juventud", ese secreto mágico que nos capacitará para vivir una vida plena y prolongada. Cuando nos proponemos alcanzar la felicidad y la longevidad, empezamos por usar dietas especiales, tomar alimentos exóticos, hacer ejercicios físicos o volvernos unos maniáticos metrosexuales. Sin embargo, parece que pocos son los que han profundizado en este importante asunto para entender que el secreto de vivir una vida plena de energía, entusiasmo y satisfacción es algo que viene del interior.

En efecto, la plenitud de la vida la logramos únicamente mediante una relación personal con nuestro Salvador y mediante nuestra actitud, nuestra expresión, nuestros pensamientos, y por la manera como vemos a los demás en el mundo que nos rodea.

Los niños poseen cualidades que, creo en mi parecer, contienen los ingredientes necesarios para poder vivir una vida plena. Te invito a pensar, por un momento, en tu propia niñez. ¿ Recuerdas aquellos momentos mágicos cuando cada día sentías que en ellos iba toda tu vida, cuando cada día y cada momento te parecía una aventura maravillosa? Cuando eras niño ¿no te sentías totalmente fascinado y absorto con el momento en que vivías, no solamente tu mundo exterior, sino también en los miles de mundos creados por en tu interior?

La historia que a continuación relataré grafica justamente el mundo especial de un niño, su imaginación y todas la travesuras que se pudo hacer al dar rienda suelta a sus fantasías, sueños y algo de inocencia.

Como ya saben y valgan verdades, pertenecí a un pequeño grupito de niños que gracias a cualidades y habilidades bien encaminadas eran más notorios dentro del salón de clases, quizás más por su rendimiento académico que por otra cosa (ver artículo relacionado). Artemio, Walter, Roberto y yo casi siempre compartíamos los juegos despúes de las horas de clase. Nos reuníamos en casa de alguno de nosotros para realizar algún juego o travesura que nos deparara satisfacción y entretenimiento sano. En primaria teníamos como "enemigo" común al gordo Pepe Candiotti, aquel apodado como "Kakota", Cacotín", "gordito de la serial" que por su manera de ser le habíamos agarrado "anticuerpos" y existía un pronunciado "ruido psicológico" entre nosotros y él. La verdad no sé porqué nos caía antipático el colarado.

Pepe tenía una bicimoto marca Honda que era lo que estaba de moda en esos años. Nadie en todo el colegio tenía algo parecido. Así como su papá le sacaba la m... para que sea el mejor, también le proporcionaba algunas cositas que todo niño quisiera tener. Él alardeaba siempre de tal adquisición y mantenía distancia cuando se trataba de compartir su dicha con otros. Eso nos quemaba de cólera algunas veces, también quizás adornado por algo de envidia infantil. Artemio se le ocurrió la maquiavélica idea de idear un plan para darle una lección al gordo, y nos dijo que vayamos a su casa para planear la estrategia para dar el anhelado golpe ese misma tarde.

Palomino tenía una tienda en su casa y mientras se efectuaba la lluvia de ideas, cuando Artemio se iba al baño o se metía un ratito dentro de su casa, probábamos algunos Cocorocos y Cuacuas de las vitrinas. Su abuelita amablemente nos traía jugo de tamarindo para refrescarnos un poco, era la primera vez que tomaba aquella bebida y me llevó muchas veces al baño esa tarde (el tamarindo es bueno para el estreñimiento). Cómo íbamos a hacer para ocasionarle un mal momento a Candiotti. Tenía que hacerse algo para que no pueda manejar aquella moto. Todo nuestro tánatos salió desde nuestro interior: Bajarle o reventarle la llanta, quitarle los frenos, darle laxante, echarle agua al tanque de gasolina, etc. No llegábamos a ningún acuerdo, se hacía de noche y el permiso de nuestros viejos se agotaba.

Después de filtrar una serie de calamidades y maldades se ideó un plan en donde teníamos que extraer la placa de rodaje de la moto para que la policía lo detuviera y lo meta a la cana. Realmente, que imaginación y qué inocencia salía en aquella oportunidad de nuestras cabecitas. Creo que un niño de 6° grado actualmente no pensaría así, la verdad es que eran otros tiempos!!!

La fama del policía en esos tiempos no estaba tan venida a menos y creo que en una situación así en la actualidad, solo la coima solucionaría una posible infracción. Pero para nosotros era el plan perfecto. Tuve la misión de ser yo, la persona que se encargaría de llevar una llave de tuercas y retirar la placa en una visita que debía hacer a la casa del colorado.

No me acuerdo quién era mi acompañante para tal fin, era una "misión imposible" y creo que Tom Cruise la hubiera visto negra en aquel entonces dada la intromisión de los padres de Candiotti cada vez que alguien lo iba a ver, no se despegaban para nada del lugar. Mientras que mi cómplice distraía a Pepe empecé con mi trabajito. Esa placa de rodaje estaba mas dura que un drogadicta en tono rave. Retiré una de las tuercas cuando la mamá del gordo nos trajo gelatina para comer, con las justas pude esconder la llave de tuercas. Pasó otro rato más y ya estaba por caer la segunda y última tuerca cuando el señor Cacotín nos hizo una demostración de como se hacía un revelado fotográfico -Don Alfonso era fotógrafo- así que me quedé con las ganas y sólo logré que la maldita placa quede colgando a punto de caer, solo bastaba con darle un par de vueltas a la llave y nada más.

Se acabó el tiempo y se abortó parcialmente la misión secreta. Solo esperaríamos que la placa cayera por la gravedad y el movimiento. En eso, antes de retirarnos Pepe nos dice: "Quién me quiere acompañar a comprar pan?" En eso se me ocurre que ésta podría ser la solución al problema..."Pepe, por qué no vamos en tu bicimoto? sabes manejar bien o casi bien?" -le dije- "Soy un experto en las pistas...un as en el volante...!" -me contestó- Entonces inmediatamente salté al asiento trasero con la llave de tuercas bien escondida.

Salimos hacia la avenida San Juan y entramos por Billinghurst hacia el lugar conocido como "centro cívico" donde estaba la panadería. Durante el camino forzaba la tuerca que sostenía la placa sin ninguna fortuna, en mi afán por sacarla hice que se trabara más. El gordo manejaba mal y yo sin tener punto de apoyo y sin poder sostenerme de la moto me mataba por realizar mi trabajo, en una maniobra brusca perdí la herramienta quedando frustado todo mi accionar. Había desperdiciado la única oportunidad que tenía para quedar bien con mi grupo. Está por demás decir que casi me linchan cuando regresé sin gloria alguna.

Mandaron nuevamente a comprar a Pepe, esta vez a la ferretería, como la moto estaba a la mano hizo tal encargo subido en ella. Para ese entonces ya nos habíamos despedido de él y agazapados unas casas mas allá esperábamos que la placa se le cayera de una buena vez. Practicamente iba y venía, casi como un péndulo y no se caía la maldita placa, nunca se terminó de caer, toda una larga tarde de frustaciones y de pérdida de tiempo.

Si bien es cierto, este episodio que acabo de relatar puede resultar para muchos intrascendente, analizando nuestro comportamiento de aquellos tiempos resulta que nuestra imaginación, la libertad en el actuar y la misma inocencia son diferentes a los tiempos actuales. Dedicar una tarde para el "hueveo"llenaba nuestras espectativas. Una travesura qiuizas sin sentido para nosotros los adultos, pero muy significativa para un niño. Recibimos la lección de que las cosas no siempre salen bien y es preferible perder y aprender de los errores. Ahora practicamente en estos tiempos, no dejamos que nuestros hijos hagan lo suyo, muchas veces pensamos y hacemos cosas por ellos, sin dejarlos en relativa libertad para que se desarrollen. Gabriel García Marquez decía en su libro "Manuel para ser niño" que somos nosotros los padres los que tenemos la obligación de hacer libres a nuestros hijos y permitir que de vez en cuando nos desobedezcan en la toma de las decisiones que de alguna forma marcarán su vida futura, "Los padres quisiéramos siempre que nuestros hijos fueran mejores que nosotros, aunque no siempre sabemos cómo. Ni los hijos de familias de artistas están a salvo de esa incertidumbre. (...) Maestros y alumnos concuerdan contra los métodos académicos, pero no tienen un criterio común sobre cuál puede ser mejor. La mayoría rechazaron los métodos vigentes, por su carácter rígido y su escasa atención a la creatividad, y prefieren ser empíricos e independientes. Otros consideran que su destino no dependió tanto de lo que aprendieron en la escuela como de la astucia y la tozudez con que burlaron los obstáculos de padres y maestros. En general, la lucha por la supervivencia y la falta de estímulos han forzado a la mayoría a hacerse solos y a la brava." Es preciso de vez en cuando salirse de lo establecido y lo que hicimos en tiempos atrás cuando éramos niños, ha marcado nuestra adultez significativamente.

Una travesura, un alto a la cordura, ser niño siempre hace que vivamos en plenitud y en libertad. Ser libres es ser siempre quienes somos, autenticos y con alma de niños. Muy lejos de caretas y poses, de prejuicios y malicia, deberíamos aprender de ellos para sobrellevar nuestras vidas.

Paco Cárdenas Linares

1 comentario:

  1. Así como los describes son los niños, seamos como ellos, buen artículo pero mejor está tu lectura relacionada.

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