jueves, 21 de abril de 2011

JUEVES SANTO 2011

EL ÚLTIMO PASAJERO
Análisis de una propuesta mediocre

Un alumno recién ingresado al colegio me preguntó si como promoción “íbamos a participar” en el programa “El Último Pasajero”. Como no sabía de qué se trataba, le contesté que primero lo vería y luego le daba la respuesta. Es así como pude ver en Frecuencia Latina de 6.30 a 8.30 p.m. los programas del lunes 28/03 y 29/03. Es en base a esos dos programas, más algunos “zappings” ocasionales en otros días y los comentarios adicionales de mis alumnos que me hice idea de los mismos. Ya con una idea clara, comenté con el pleno de alumnos de secundaria mis apreciaciones, con lo que la gran mayoría dijo que no tenía sentido asistir a ese programa. Creo que vale la pena compartir con otras personas la reflexión para que tengan una referencia más a su pensamiento; y recomendarles que si ven el programa lo hagan con lapicero, papel, cronómetro y espíritu crítico, para formar su propia opinión.

Formato del concurso

Parece ser que el programa no es una creación peruana, sino un formato comprado en el exterior; en todo caso lo que importa para analizar es el formato en sí.

Concursan tres colegios invitados por la organización, a cada uno de los cuales se les asigna un color de los tres que pueden usarse: azul, rojo y verde. Los colegios se ubican en una tribuna con el formato de barras bravas (caras pintadas, gorros tipo barra de fútbol, objetos del color que les toca, bombos) chillando todo lo que pueden cuando la señorita designada por el programa (blanca, joven y de bonitas curvas) los guía en gritos y manifestaciones. Cabe señalar que los chicos son citados al set desde horas antes del programa para adiestrarlos en la manera de actuar, gritar y representar durante el espectáculo. Estacionados en el set hay tres buses, uno por color, desde cuyo timón cada colegio tiene su capitán que dirige a su equipo con un micrófono personal, y que siguiendo el formato chilla todo lo que puede. En una bandeja frente a cada bus hay quince o dieciséis llaves, de las cuales todas menos una son falsas y solo una de las cuales prende el motor. Al final del programa una persona intenta prender el motor con una de las llaves. Quien lo prende pasa a la semifinal, y eventualmente a la final. ¿Cuál es el premio? Un viaje a algún lugar del Perú para los concursantes. Según me dicen los alumnos el viaje no es para toda la promoción, sino para un número determinado ¿quince, dieciséis? que se han inscrito utilizando el nombre del colegio. Según me ha dicho la directora de un colegio cuyos alumnos se presentaron, ella como responsable legal de la institución no ha autorizado el uso del nombre de la institución, por lo cual suponemos que el nombre del colegio es usado a voluntad por los alumnos y que los organizadores (por lo menos en este caso, tal vez sea en otros) han usado el nombre de la institución educativa sin autorización de la misma.

Diversas actividades que luego detallaremos permiten que ingresen al bus hasta quince pasajeros; por cada pasajero que sube se elimina una de las llaves falsas, de modo que quien más pasajeros mete al bus aumenta sus posibilidades de encontrar la llave correcta. Pero puede suceder que un equipo que va segundo o tercero en los puntajes de los juegos tenga más suerte y gane; le pasó al San Agustín que iba ganando en cantidad de pasajeros pero no tuvo suerte en escoger la llave.

Las actividades que permiten subir pasajeros son: a) Dos juegos o competencias b) Los frenos a los ganadores c) Preguntas a alumnos sobre diversos temas d) Los mensajes enviados desde un Movistar apoyando a un equipo.

Los juegos son los normales de este tipo de concursos, no hay nada excepcional en los que he visto. No duran mucho, entre los dos juegos unos quince o veinte minutos. Cuando un equipo gana el juego, hay una traba que se llama freno. Un representante del equipo ganador escogido por uno de los dos equipos perdedores debe someterse a una prueba de tipo humillante o nauseabunda. Las pruebas que vi en los dos días del programa son:

a) en una licuadora mezclaron diversas comidas peruanas con ají, chicha morada y agua, y dos jóvenes tenían que sorber con una manguerita un enorme recipiente con esa mezcla.
b) escogieron un padre de familia y le depilaron parte de la pierna.
c) en un recipiente con pericotes blancos la chica tenía que meter la mano y buscar unas letras.
d) le raparon el pelo a un chico dejándole un moñito en el cráneo. Si el representante no acepta someterse a la prueba, o la pierde, el equipo que ganó el juego no sube pasajeros, los sube el equipo que perdió el juego pero tuvo la fortuna de escoger quién del equipo ganador debía someterse al “freno”. La “cinta de preguntas” consiste en que los chicos designados responden preguntas (la primera es de respuesta abierta, las siguientes con tres opciones de respuesta).

Cada acierto introduce un pasajero al bus. Las preguntas son algunas muy fáciles, otras sin sentido (ejemplo: en qué año murió César Vallejo 1938, 1937, 1936). Es curioso ver que preguntas fáciles no las contestan; ejemplo: el río Rímac es a Lima lo que el río Santa es a…. Cuzco, Ayacucho, Ancash. La chiquilla dijo Ayacucho. Los equipos también ganan puntos si desde un teléfono Movistar envían mensajes o llamadas, que cuestan 1.70 cada una. El que hace más llamadas coloca dos pasajeros.


Observaciones

El programa es largo: son noventa minutos, pero la mayor parte del tiempo es publicidad, tanto en tandas largas de ocho minutos como publicidad dentro del programa que se machaca con la excusa de los juegos o preguntas. De juego efectivo habrá un máximo de 20 minutos, y con las preguntas hasta 30. El resto del tiempo son comerciales, palabreo del conductor, chillidos de las barras, invocaciones a que se envíe mensajes de Movistar para alentar a sus equipos (hay tres o cuatro invocaciones en cada programa por cada equipo), y los frenos. A estos últimos se les da un tiempo grande, desproporcionado al que se da a los juegos en sí.

Me preocupa que con la dinámica y el ambiente que se genera se van introduciendo estereotipos que están en la concepción del programa y que muchos chicos los asumen sin meditar. Por ejemplo el estereotipo de mujer ideal es blanquita, joven, de silueta recortada en las animadoras de grupo no hay morenas, ni andinas, ni de mediana edad. Y generalmente los colegios (por lo menos los que vi) ponen al frente a las que cumplen con este requisito y “esconden” al fondo de la barra a quienes no lo cumplen. Otro estereotipo es el de la barra brava que van asimilando los muchachos, pues asumen todos los comportamientos: la pintura, el chillido desaforado, las gesticulaciones, su presentación personal, etc.

Me preocupa también el ambiente de ruido que impide pensar; todo el tiempo se grita y todas las personas gritan, nadie habla: empezando por el animador hasta los alumnos, pasando por las capitanas. Me preocupa que el paseo de premio no se entregue a todos los integrantes de la promoción, sino al grupo que se lanzó a concursar. ¿Y el resto? ¿Dónde queda la solidaridad de una promoción?

Me preocupa que no se den cuenta que a la larga el viaje lo pagan los que llaman o envían mensajes, sin mayor costo para los productores del programa. Contabilicen mensajes de las familias y amigos de 15 colegios (tres por cada uno de cinco días) en un ambiente de convocatoria donde “tu” colegio está participando, y pueden hacerse idea de los miles de mensajes. Cada mensaje cuesta S/. 1.70. Obviamente quien tiene mayor nivel socioeconómico manda más mensajes. En el programa del 28 San Agustín tuvo 52% de llamadas, Concordia Universal 30% y el parroquial San Pedro de Lurín 18%.

Me preocupa el cariz humillante de los denominados “frenos”; hay una presión del programa y de la barra para que el elegido acepte ser humillado o hacer cosas nauseabundas. Y lo que los chicos asimilan sin darse cuenta es este tipo de comportamientos de humillación como normales y los van a repetir en sus juegos cotidianos. Además conociendo que este tipo de estímulos tiene un punto de saturación, las actuales humillaciones pronto van a aburrir, y se va a recurrir a nuevas humillaciones cada vez mayores.

Me preocupa que los chicos acepten estas humillaciones a sus compañeros en lugar de elevar su voz de protesta, como debería suceder en jóvenes que merezcan el nombre de tales. Me preocupa el morbo que hay en que los televidentes se diviertan en base a la humillación de otros. Cabe señalar que estos “frenos” tienen más duración que los mismos juegos; y se hace toda una parafernalia con música, con el animador agrandando la prueba, con los primeros planos de las caras de concursantes y de espectadores, en especial si han venido sus padres o profesores. Me preocupa que los jóvenes sean comparsas sin darse cuenta de la máquina publicitaria que se da sin parar a lo largo de la programación.

Me preocupa el tipo de preguntas; son simples datos memorísticos desconectados de un contexto informativo. Estas preguntas dan a espectadores, padres y alumnos una idea distorsionada de lo que es el conocimiento real, la información articulada; este programa difunde en la práctica lo contrario de lo que el Diseño Curricular Nacional y el esfuerzo de los profesores intentan generar en los alumnos.

Me preocupa que al final de cuentas quien con su esfuerzo en los juegos, en las preguntas memorísticas y soportando la humillación ha sido superior en el concurso, quede supeditado al azar para ver si gana o no el premio. Me preocupa que colegios con buena propuesta educativa animen a sus alumnos a participar en un programa en el cual hay tantos estereotipos negativos, humillaciones y comportamientos que ellos no permitirían en sus colegios. La presencia de esos colegios en el programa avala ante la sociedad aspectos que van contra sus propios proyectos institucionales y sus idearios.

Me preocupa que se esté usando en algunos casos el nombre de colegios sin la autorización de la institución educativa. El nombre de un colegio es uno de los mayores activos que tiene, y su uso debe ser utilizado únicamente con el aval de la dirección o el propietario. Si alguien hubiese usado el nombre de mi colegio para presentarse al programa, hubiera entablado una demanda a los padres de los concursantes y al programa por uso indebido de mi imagen, que tanto trabajo ha costado construir.

Me preocupa por último que este tipo de programas tengan alta sintonía, porque esa sintonía en un indicador del nivel promedio de la cultura y los valores que priman en la sociedad. Si no reaccionamos ante esta programación, profundizaremos cada vez más nuestra crisis ética y cultural.

Juan Borea Odría
Director del IEP HECTOR DE CÁRDENAS

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