viernes, 5 de agosto de 2011


OBRAJILLO: EL CORAZÓN DE CANTA
Campamento lleno de sorpresas

Amanecer en Obrajillo (foto de Edgar Asencios)
Celebrando con "calientitos"


Esta historia tiene nada menos que diez años casi de vivida. Eran tiempos en que todavía los Maristas Boys 78 no hacían de las suyas. Estábamos como adormecidos como grupo, sin embargo algunos de nosotros compartíamos de salidas. Almuerzos, veladas, paseos al aire libre con nuestras familias, era lo que algunos solíamos hacer por aquellos años. Eran también tiempos en que Walter y Hugo, todavía participaban y tenían tiempo para con los amigos de toda la vida, ahora, luego de una decena de años, no se aparecen sobre todo en este tipo de eventos.

En aquella oportunidad se trataba de mi primera visita a Canta, aquel pueblito tan hospitalario y tan bonito que fue motivo para que vaya en cuatro oportunidades más en años posteriores. Nos pusimos de acuerdo, casi de un momento a a otro con Walter y Hugo. Éste le pasó la voz a dos amigos más de nombre Lucho y otro Walter mas. Sin querer estábamos reunidos Hugo, Paco y Luis (como los sobrinos del Tío Donald, pero haciendo el aclare que no somos patos) junto con Walter por partida doble.
Decidimos llevar al paseo a nuestros hijos, para que compartan con nosotros de la naturaleza y de lo bacán que era la sierra de Lima.

Para esto quedamos en hacer un campamento relámpago, un fin de semana que sería espectacular. El viernes nos reunimos en casa de uno del grupo y culminanos todos los preparativos para que todo salga bien. Parrilla, carnes, combustible para el fuego y para nosotros, carpas, bolsas de dormir, leña, etc. era todo lo que necesitábamos para nuestro paseo por Obrajillo, pueblito muy pintoresco dentro del mismo Canta.


Al día siguiente, al mediodia, nos reunimos en Tecnicar service de Hugo y de alli arrancamos a nuestra aventura. La salida de Lima no fue muy auspiciosa que digamos, la basura a los lados y los huecos en la pista, dejaban mucho que desear, hasta que dejamos la avenida Tupac Amaru. Los primeros kilómetros ya fuera de Lima  vimos grandes extensiones de campos de cultivo, cultivos "de pan llevar", queda atras también la ya clásica atmósfera limeña. Dejamos atras varios destinos incluido Santa Rosa de Quives y en este tramo los "clubs campestres" y es aquí que aprovechamos de usar los servicios higiénicos y agua para los carros. Los cerros áridos van dando paso a una geografía que por esta temporada esta llena de flores y un manto verde cubren las quebradas. Llegada la noche solo se podía vislumbrar las siluetas de los cerros y toda la tranquilidad de la  zona.

Llegamos en la tarde a Canta, era el 27 de octubre del 2001, bajamos un rato a dar una vueltas, aprovechamos para tomarnos algunas fotos. Compramos algunas cosas, algo de agua, panes, galletas para la noche y decidimos bajar a Obrajillo. Este quedaba camino abajo bordeando una ruta que dibujaba todo el hermoso valle. En aquellos años el camino no era tan bueno y nos costó algo de difilcultad el transitar por la zona en nuestros vehículos.

El poblado de Obrajillo -para que tengan una idea los que no lo conocen- está a 104 kilómetros de Lima y se encuentra a 2,800 msnm. y está a solo 3 kms. de Canta. para venir solo déjese llevar por la margen del rio Chillón y encontrará un excelente lugar donde pasar un fantástico fin de semana.


No encontramos a nadie en la zona donde queríamos acampar, muy cerca existe una caída de agua que ahora se conoce como la "catarata". Cerca al río preparamos las tiendas de campaña y prendimos fuego para espantar a los mosquitos y también para el frío de la noche. Nuestros niños comenzaron a jugar y nosotros pusimos música para ambientarnos. Sacamos algo de ron para calentarnos, ya que el frío empezaba a sentirse. Pusimos la carne en la parrilla con algo de papa previamente sancochada, un poco  de ajicito...uhhh que rico.

Vimos que en la Plaza de Armas estaban haciendo los preparativos para una festividad con fuegos artificiales y todo. Quedamos en ir, Walter V. fue de la idea de quedarse con los niños (el siempre sacrificado amigo) así que salimos del campamento algo "sazonados" con el Bacardi que trajimos de Lima. Ya eran las 10 de la noche y frente a la iglesia se acomodaban agrupaciones musicales y la gente comenzó a llegar de todas partes. Habían algunos grupos de Lima y otros de la zona. En las inmediaciones, estaba una tía que preparaba unos "calientitos" (trago a base de te caliente y aguardiente) en botellas de a litro. Sobre la marcha le compramos algunas botellas para mejorar nuestra temperatura corporal. No estaba acostumbrado a tanto frío. El cielo estaba completamente estrellado y daba la sensación de que las estrellas las teníamos más cerca de nosotros. Es por eso que al pasar de las horas nos empujamos tres litros más de esos reconfortantes calientitos que me movieron al punto que con la cámara en mano me atreví a dejar mi ubicación de simple observador y unirme al jolgorio.

Ante la mirada atónita del grupo, subí al escenario y en un descanso entrevisté al director musical del grupo. Le dije que era sobrino de César Hildebrandt y que el reportaje con sus declaraciones e imágenes de la celebración se verían en su programa dominical de la siguiente semana. Fanfarronadas iban y venían como también aguardiente que me invitaban los lugareños. Más alcoholizado entré al "ruedo" a bailar entre la gente que estaba en la plaza. Hugo me llamó y me dijo que saliera de allí, "Oye huevón, te van a sacar la mierda por estar bailando con sus mujeres..." No le hice caso y regresé al festín. Muy por el contrario, no hice nada malo, hice amistades con algunos del lugar y otros que habían venido de Lima. Más de cinco números teléfonicos me dieron aquella noche.

Ya eran como las cuatro de la mañana y el zapateo, el picapica y los calientitos adornaban la noche. Luego, ante la expectativa de todos, se  pusieron en acción, los fuegos artificiales entre aplausos de la concurrencia. Minutos después, mi cerebro no recordaría nada hasta el día siguiente.

Llegó la mañana y la cabeza me estallaba. Era la tradicional resaca después de una noche inolvidable. Mis ojos se abrieron a las 10 am., para ese entonces ya habián desayunado todos sus respectivas truchas a la parrilla y habían sido testigos de un lindo amanecer. Solo agua tomé hasta la hora del almuerzo y algo de café. Ya recuperado, nos fuimos a jugar un poco con nuestros hijos. Peloteábamos, hicimos una torre humana para probar el equilibrio; también competencias de "pulseadas" en donde todos participamos. El ambiente era excelente, la naturaleza aportaba un magnífico paisaje y nosotros poníamos lo nuestro. El resultado: Un campamento que hasta ahora recordamos con mucho agrado, todos los que participamos del mismo.

Llegó la hora del combo y dimos trámite al ritual del almuerzo. Empacamos y regresamos a Lima muy contentos y satisfechos por lo vivido en ese rinconcito de la sierra de Lima. Después de esto, la historia se repitió muchas veces, ya que quedamos prendados del lugar.

Paco Cárdenas Linares

NOTA: Al costado de la zona de campamento, existe un criadero de truchas que nos facilitó el alimento durante la estadía allí. Se puede comprar truchas frescas por kilos y a muy bajo precio. También leche y queso es lo que puede ofrecer Obrajillo para el visitante.

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