jueves, 30 de septiembre de 2010


EL VOTO CONSCIENTE ES NUESTRA RESPONSABILIDAD

Próximos al acto del sufragio, es necesario hacer un alto en nuestras actividades cotidianas para pensar en la manera de ejercer el voto.

En Lima Metropolitana la contienda ha generado una expectativa singular, como hace años no veíamos. Tan es así que las elecciones en importantes regiones y ciudades (como por ejemplo en  la Región Lima, en Arequipa o La Libertad) han pasado desapercibidas en la prensa limeña. Esta expectativa ha vuelto a polarizar las preferencias entre dos opciones; aún cuando haya buenos candidatos en otros partidos, el deseo de no perder el voto hace que la mayoría de ciudadanos oriente su voto hacia alguno de los punteros.  

La invocación que hacemos desde esta pequeña tribuna es a efectuar un voto consciente y a promoverlo en nuestro entorno inmediato.  El voto consciente se inicia con la información sobre las propuestas y sobre las personas que pretenden ser autoridades; saber qué ofrecen, evaluar la factibilidad de las ofertas, conocer hasta donde es posible la idoneidad de los candidatos, es un paso importante. Más en estos tiempos en que los partidos políticos como realmente debieran ser no existen, y las agrupaciones que compiten lo hacen desde perspectivas más personales y/o coyunturales aún cuando utilicen la inscripción legal partidaria.

El voto consciente implica también el rechazo a actitudes desleales o reñidas con la ética. Hemos visto en la campaña limeña muchas de estas actitudes: propalación de audios interceptados ilegalmente, campaña de mentiras sobre algunas candidaturas, resucitar de un macartismo trasnochado*, ensañamiento de medios de comunicación contra algunas figuras. Estas campañas probablemente no provienen de las personalidades que compiten, sino de los grupos de poder que esperan auparse detrás de ellas. Pero de todas maneras es necesario rechazarlas, pues se debe votar no por el miedo sino por la propuesta.

El voto consciente puede también llevarnos a ser personeros de la agrupación por la que simpatizamos, y desde esa posición vigilar porque el proceso se desarrolle con ética y con respeto al voto ciudadano. Y tras las elecciones debe traducirse en lo que se denomina vigilancia ciudadana: seguir a las autoridades para demandarles un gobierno municipal o regional honesto, eficaz y participativo.

Esperemos que cada día crezca la conciencia cívica, y podamos construir una sociedad mejor y más justa.

(*) El macartismo se origina en USA entre 1950 y 1956; el senador Joseph Mc Carthy en el marco de la Guerra Fría impulsó un proceso de delaciones, denuncias, procesos irregulares y listas negras contra personas sospechosas de ser comunistas.

Juan Borea Odría

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