"YO SOY EL CAMINO, LA VERDAD Y LA VIDA"
"Nadie va al Padre sino por mí, si me conoces, conoces también al Padre.."
Por el P. Clemente Sobrado
San Juan 14, 1 - 12:
“No se turbe vuestro corazón. Creéis en Dios: creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas mansiones; si no, os lo habría dicho; porque voy a prepararos un lugar. Y cuando haya ido y os haya preparado un lugar, volveré y os tomaré conmigo, para que donde esté yo estéis también vosotros. Y adonde yo voy sabéis el camino.” Le dice Tomás: “Señor, no sabemos a dónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?” Le dice Jesús: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí. Si me conocéis a mí, conoceréis también a mi Padre; desde ahora lo conocéis y lo habéis visto.” Le dice Felipe: “Señor, muéstranos al Padre y nos basta.” e dice Jesús: “¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros y no me conoces Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: "Muéstranos al Padre"? ¿No crees que yo estoy en el Padre y el Padre está en mí? Las palabras que os digo, no las digo por mi cuenta; el Padre que permanece en mí es el que realiza las obras. Creedme: yo estoy en el Padre y el Padre está en mí. Al menos, creedlo por las obras. En verdad, en verdad os digo: el que crea en mí, hará él también las obras que yo hago, y hará mayores aún, porque yo voy al Padre.
Reflexión
Leyendo este Evangelio me viene a la mente aquello que José Luís Martín Descalzo, gran sacerdote y escritor, escribía en uno de sus artículos hablando de su perro que, si mal no recuerdo, llamaba “Canelo”. Decía él que cada vez que llegaba a casa, Canelo lo celebraba dando brincos y luego se ponía a dar vueltas sobre sí mismo queriendo morderse la cola, hasta que mareado se caía. Y él lo aplicaba luego a lo que nos sucede a muchos: nos pasamos la vida dando vueltas sobre nosotros mismos como queriendo mordernos la cola, hasta que terminamos mareados. Hacemos mil vueltas, pero seguimos en el mismo sitio.
¿No nos sucederá algo parecido a los cristianos? Seguimos dando vueltas siempre a lo mismo, repitiendo siempre lo mismo, diciendo siempre lo mismo, dando vueltas sobre nuestras pobres ideas, dando vueltas siempre a lo que siempre se hizo y que falsamente llamamos “la tradición”, como si la tradición se hubiese terminado y renunciado a seguir teniendo vida e historia como la del pasado.
Tanta fidelidad al pasado será verdadera fidelidad a Jesús y al Evangelio. ¿Acaso el Evangelio se ha agotado en el pasado y no tiene nada nuevo que decirnos? El caso es que cuando Felipe le dice a Jesús que no sabe a donde va, Jesús le dice: “Yo soy el camino, la verdad y la vida.” No le dice yo soy el de siempre, sino yo soy camino, y no sillón ni butaca. Yo soy la verdad de cada día y soy la vida de cada día. ÉL es el camino por el que tiene que caminar el cristiano porque hay también los caminos del mundo, los caminos de las distintas ideologías, los caminos que cada uno se inventa según sus propias comodidades. El Evangelio es el camino que nos señala Jesús y su vida es el camino para cada uno de nosotros, solo lo podemos acompañar caminando con Él o nos falta esa “parresía” o valentía para lanzarnos a caminar, a avanzar, a gastar zapatos y gastar espíritu de creatividad.
Ser cristiano es tener un camino por donde andar. Caminar no es quedarse donde estamos sino ir a alguna parte. Quien nos marca el camino es Jesús y el Espíritu Santo. Por tanto, somos caminantes por la historia y vamos haciendo del camino que es Él mil caminos, porque cada uno a recibido su don y carisma. Me fastidia el tráfico con tantos cruces y semáforos, pero a la vez me encanta. No todos vamos por la misma calle. Las calles se cruzan y así todos caminando siendo los mismos tenemos metas diferentes.
La Iglesia es el sacramento de una historia de salvación. Como historia vive entre el pasado, el presente y el futuro. A los tres es preciso darles igual importancia. No podemos hablar de futuro sin presente, tampoco podemos hablar de presente sin pasado. De todos modos, todos preferimos instalarnos en el pasado, que llamamos tradición, y nos olvidamos de que lo que hoy es pasado algún día fue presente. La fidelidad al pasado es actualizarla en el presente y proyectarla hacia el futuro.
Caminemos, no nos quedemos. Las sillas y sillones son para los cansados, los indecisos y los que tienen miedo a lo nuevo. Los caminos son para los que tenemos horizontes y queremos llegar lejos.
Fuente
La Iglesia que camina
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