domingo, 16 de octubre de 2011


DAR AL CÉSAR LO QUE ES DEL CÉSAR
Obedecer a Dios antes que a los hombres
Por el P. Clemente Sobrado
San Mateo  22, 15-21:

Se retiraron entonces los fariseos a elaborar un plan para cazar a Jesús con una pregunta. Le enviaron a sus discípulos con unos partidarios de Herodes, y le dijeron: "Maestro, sabemos que eres sincero y que enseñas el camino de Dios con verdad; además, no te importa de nadie, porque tú no miras lo que la gente sea. Por eso, dinos qué opinas: ¿está permitido pagar tributo al César o no?" Viendo Jesús su mala intención, les dijo: "¿Por qué me tentáis, hipócritas? Enseñadme la moneda del tributo." Ellos le ofrecieron un denario y Él les preguntó: "¿De quién son esta efigie y esta leyenda?" Le respondieron: "Del César." Entonces les replicó: "Pues lo que es del César devolvédselo al César, y lo que es de Dios, a Dios."

Reflexión

¿Qué os parece este Evangelio, pero leído hoy y para hoy? ¿Tendrá algo que decirnos Jesús hoy a nosotros? A decir verdad, aunque os parezca raro, para mí tiene un profundo sentido y además de mucha actualidad.

En primer lugar, ¿no creen que hay también hoy demasiada hipocresía? Hipocresía en las preguntas que hacemos y también en las respuestas que damos. ¡Qué bueno que siempre hiciésemos preguntas buscando la verdad y no la manera cómo entrampamos al otro o cómo logramos que diga lo que nosotros queremos que diga! ¡Falsas amistades! ¡Falsas promesas! ¡Falsas ilusiones!

En segundo lugar, ¿tenéis ahí a mano una moneda o un billete? ¿Cúanto vale? ¿Diez, veinte, cincuenta o cien soles? ¿Por qué tan distintos valores si el papel es el mismo? Sencillamente porque así lo ha decidido el Banco de Reserva. Es decir, valores que dependen de los demás y no de sí mismo. Valores que, en cualquier momento, pueden ser devaluados.

El denario que le mostraron a Jesús valía por la imagen del César que llevaba impresa. Las cosas parece que valen por la marca que llevan: Un Toyota, un Mercedes y qué sé yo...

Jesús aprovechó la oportunidad para distinguir los diversos valores y en cómo los impuestos del César que la gente, lo mismo que hoy, odiaba, porque además eran impuestos para pagar a los soldados de la dominación romana. Es decir, imagínate, estar dominados por alguien y todavía tener que pagarles. Que por eso no debían olvidar que por encima de todo estaba el saber reconocer y respetar la dignidad de las personas.

Una de mis preocupaciones es que nos estamos olvidando de esas virtudes o cualidades básicas de la persona. Por eso, el Mandamiento de “no mentir” es importantísimo. Yo recuerdo que en la escuela, cuando era niño, para aprender a escribir se ponía en los cuadernos una frase de estas positivas y que teníamos que escribir cincuenta veces, cien veces. Era una manera de que se nos fuesen grabando al mismo tiempo que aprendíamos a escribir. Yo todavía recuerdo un montón de esas frases.

¿Queréis miraros ahora, olvidándoos del billete, a vosotros mismos? ¿Me queréis decir cuánto valéis? Es posible que muchos penséis que valéis muy poco. Sin embargo, ¿me queréis decir qué marca o qué imagen lleváis impresa en vosotros? Pues, si os miráis bien, os daréis cuenta que no es la del César sino la imagen de Dios. “Hagamos al hombre a imagen y semejanza nuestra. A imagen suya los creó hombre y mujer.” Por tanto, nadie os puede poner otro valor que el que Dios mismo os ha puesto. Tampoco ninguno de nosotros está a expensas de la fluctuación del cambio de la moneda. Nosotros valemos por la imagen de Dios impresa en nosotros. Dios jamás devalúa lo que un día valoró. ¿No os parece interesante y actual?

Nada cambiará con cambiar estructuras si no cambiamos nuestra mentalidad sobre nosotros mismos y sobre los demás. Unas malas estructuras con una verdadera valoración del hombre lo pueden cambiar todo.

Fuente
La Iglesia que camina

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