EL CUADERNO ROTO
Una historia llena de tinta
Esta historia es una de tantas que aparecieron mientras crecíamos, cuando todavía las cosas nos parecían grandes y los retos mayores, pero a la vez en aquella sencillez, aprendíamos a vivir. Eran tiempos de colegio.

Cursábamos el segundo año de secundaria y era creo un trabajo para Religión. Esa tarde no hicimos nada en la casa de "Huaco" -así se le conocía a uno de nosotros y creo que hasta ahora algunos lo siguen llamando así- , pasaban las horas y el grupo no terminaba de llegar. El último que faltaba era Ray, aquel muchachito de baja estatura, abundante cabello y una inconfundible personalidad. Eran las 5 de la tarde y es cuando Ray Anthony llega muy fatigado mostrando una sonrisa de oreja a oreja, saca entre sus cosas un cuaderno muy bien presentado y lo muestra al grupo diciendo: “Adivinen de quién es este cuaderno?...no se imaginan de quién es..!”..Zancudo -otro de nosotros de aspecto similar al animalito- le arrancha el cuaderno y mira de quién es, “ Es del gordo Candiotti..!” Nada menos que la antítesis del grupo, el adversario de turno en lo que a trabajos y asignaciones se refiere. La verdad que el gordo se hacía a veces antipático.

Terminado lo sucedido, nos miramos todos y comenzamos a reir. Roberto se tiró al suelo y tomándose el estómago le dió un ataque de risas que casi se atora. Ray sin embargo a pesar de sonreir, detrás de la mueca estaba el esfuerzo por encontrar una cuartada o un buen pretexto para salir airoso. Al final, como dije al comienzo, dos de nosotros terminarían el trabajo en casa y dimos por terminada la sesión.
Esa misma noche le hicieron cargamontón al chato Ray, tenía que haber devuelto el cuaderno esa misma tarde y no fue así. El cinismo de Ray llegó al colmo de decir a los padres de Pepe que unos colegiales del Mixto (Centro educativo estatal de la zona) se habían enterado que tenía el cuaderno de Candiotti y que lo persiguieron por toda la avenida San Juan para arrebatarle tan preciado cuaderno¿¿??, solo por el hecho de pertenecer a un colegio parroquial lleno de “pitucos” ¿¿??...la verdad que ese cuento chino no se lo creyó ni su mamá.
La bomba de tiempo reventó al día siguiente cuando fueron a hablar los padres de Pepe Candiotti con el profe Victor Cruz Jibaja. Ray tuvo que aflojar y cantar todo, llamaron primero a los dos Walter y en un careo confesaron su crimen, se ganaron una requintada de padre y señor mío y una calificación acorde con su comportamiento. Los otros corrieron un similar fin. El chato fue el que salió peor parado por ser el autor intelectual del crimen y fue sentenciado a tener la más baja nota del bimestre en comportamiento, el trasero rojo por los correazos propinados por su viejo y escribir de nuevo todo el cuaderno....
Paco Cárdenas Linares
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