Descentralizando la información y democratizando el blog, me es muy placentero ceder mi espacio a Humberto Barreto que desde algún lugar en altamar nos escribe una historia muy especial. Es otra perla en la vida de Juan Velarde....
MURIÉNDOSE PERO DE RISA
Unos días antes a Juan lo encuentro sentado en una esquina muy pensativo y con la mirada algo perdida, con un cigarro prendido y mojándose en plena garúa otoñal. Me acerco a él y me dice:
Ya estando en el hospital, le pregunté:
Juan Velarde es un tipo sin igual, loco por naturaleza, muy sensible y gran amigo. Hace algunos años, cuando cayó enfermo de salud y anímicamente, nosotros como promoción lo asistimos un día domingo por la mañana, dando así inicio a la gran gesta en que se ha convertido este grupo de gente que se hace llamar Promoción Pablo VI.
Unos días antes a Juan lo encuentro sentado en una esquina muy pensativo y con la mirada algo perdida, con un cigarro prendido y mojándose en plena garúa otoñal. Me acerco a él y me dice:
- Humberto me siento muy mal, no sé que tengo, algunos médicos me han dicho que puedo tener cáncer al estómago, inclusive. Estoy muy deprimido y no tengo fuerzas ni para mendigar.
- No jodas...pero si eso es verdad loquito, no te preocupes que voy a hablar con los muchachos de la promo y vamos a ver que hacemos. Lo importante es que dejes de pensar en negativo. Todo se va a solucionar y verás que las cosas mejorarán loquito...
Me reuní con Paco y pusimos en marcha un plan de emergencia, Juanito estaba con un ánimo hasta el perno y su aspecto estaba venido abajo, con bajo peso y muy descuidado. Me impactó mucho cuando lo ví y cuando me dijo que algunos médicos que lo habían visto le habían dicho lo peor, decidí actuar de inmediato por si acaso. Quedamos con la gente en reunirnos un domingo por la mañana y recolectar todo lo que se podía, dinero, víveres y sobre todo darle ánimo, que sepa que no está solo, ya que él era el que mantenía a su familia y no podía laborar por los intensos dolores en el vientre.
Ese día decidimos internarlo en el Hospital Hipólito Unanue (el de Bravo Chico), yo tengo unas amigas ahí y decidí contactarme con ellas para poder tener la tranquilidad de que iba mejorar su salud si se internara. El al principio no atracó, pero después de mucha insistencia accedió. Pasaron algunos días y lo fregado era pasar la entrevista con la asistenta social, para que gozara del seguro integral, que la mayoría de veces era destinado a mujeres y a mendigos.
Ya estando en el hospital, le pregunté:
- Oye huevón te haz bañado? Hueles a mierda....
- Claro pe mi Humberto, lo que huele son mis perras...
- Qué? Te haz bañado y no te haz lavado los pies?
- Estoy más limpio y talqueado que bebé, lo que pasa que he pisado mierda....
Antes que llegara la asistenta, mi amiga y yo le sugerimos que diga “no” a todo.Así llegó la asistenta social, y comienza el arduo interrogatorio. Yo cruzaba los dedos....
- Donde vive usted?
- En la calle...
- Donde come?
- Donde me den comida
- Es casado?
- No
- Trabaja?
- No, no tengo trabajo...
- Con cuanto dinero cuanta usted actualmente?
- Con nada!!
- Ha estado internado en algún hospital de salud publica?
- No
- Tiene familia que mantener?
- Sí!!
Nos miramos las caras Norma, mi amiga y yo.
- Le pregunto si no es casado, pero tiene familia que mantener?
- Sí -le dice Juan a la asistenta-
- Bien, a quienes mantiene?
- A mi madre...!
Eso le dió pena a la asistenta y da la orden de atención completa.
Nos despedimos y al salir le dice Juan a la asistenta:
- Señorita, espero que al salir de aquí la podré invitar a salir conmigo a la Rosa Náutica?
La asistenta se rió y le dijo que estaba muy agradecida con la invitación...
Fue un momento muy tierno y jocoso. Pero el loco Juan volvió al ataque.
- Después de la cena, también podemos ir al Hotel Sheraton para ver Lima, la ciudad, de noche y desde arriba?
- Quizás....
La asistenta muy contrariada y ruborizada se despidió de la escena.
Norma, mi amiga, al salir de la habitación le dió un jalón de pelos de padre y señor mío. Mandibulín muy irónico y con aires de dandy le dijo:
- Por qué me pegas, no sabes que tengo un gran jale con las hembras? No te pongas celosa...
La verdad que el loco Mandibulín estaba para el gato y muy adolorido, pero siempre y en todo momento se mostró con una sonrisa muy optimista llena de esperanza, muy diferente estado en que lo encontré aquella mañana. El gesto de los muchachos para con él, fue muy valorado y desde aquel entonces Juanito Velarde no se olvida de cada uno de los amigos que le tendieron la mano cuando la zozobra, la desesperación y el desánimo lo encontraron. Ahora es otro hombre, muy agradecido a Dios y es un gran colaborador en la organización de eventos de la promoción.
Humberto Barreto García
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