sábado, 2 de agosto de 2008


JORGE LUIS BORGES Y LOS SUEÑOS

Este es un pequeño cuento escrito por Jorge Luis Borges (24 de agosto de 1899 - 14 de junio de 1986), famoso literato argentino y uno de los referentes mas connotados de las letras latinoamericanas del s. XX, su prosa universal y vanguardista, sus versos agudos y macizos hicieron de su obra una fuente permanente de estética literaria a pesar que desde los años ’50 hacia delante se desató en él una antigua dolencia congénita que progresivamente lo llevaría a la ceguera total y que explicaría, en parte, su tendencia al ostracismo ideológico y a cierto nihilismo que lo haría adoptar posturas conservadoras pero al mismo tiempo antimilitaristas y antidictatoriales, su trato narrativo siempre nos conducirá hacia finales inesperados y singulares como en este cuento que confronta las actitudes de dos personajes ante un sueño.

Historia de dos que soñaron

"Cuentan los hombres dignos de fe (pero sólo Alá es omnisciente y poderoso y misericordioso y no duerme), que hubo en el Cairo un hombre poseedor de riquezas, pero tan magnánimo y liberal que todas las perdió menos la casa de su padre, y que se vio forzado a trabajar para ganarse el pan.

Trabajó tanto que el sueño lo rindió una noche debajo de una higuera de su jardín y vio en el sueño un hombre empapado que se sacó de la boca una moneda de oro y le dijo: ‘Tu fortuna está en Persia, en Isfaján; vete a buscarla.’ A la madrugada siguiente se despertó y emprendió el largo viaje y afrontó los peligros de los desiertos., de las naves, de los piratas, de los idólatras, de los ríos, de las fieras y de los hombres. Llegó el fin a Isfaján, pero en el recinto de esa ciudad lo sorprendió la noche y se tendió a dormir en el patio de una mezquita. Había, junto a la mezquita, una casa y por el Decreto de Dios Todopoderoso, una pandilla de ladrones atravesó la mezquita y se metió en la casa, y las personas que dormían se despertaron con el estruendo de los ladrones y pidieron socorro.

Los vecinos también gritaron, hasta que el capitán de los serenos de aquel distrito acudió con sus hombres y los bandoleros huyeron por la azotea. El capitán hizo registrar la mezquita y en ella dieron con el hombre de El Cairo, y le menudearon tales azotes con varas de bambú que estuvo cerca de la muerte.

A los dos días recobró el sentido en la cárcel. El capitán lo mandó buscar y le dijo: ¿Quién eres y cuál es tu patria?. El otro declaró: Soy de la ciudad famosa de El Cairo y mi nombre es Mohamed El Magrebí. El capitán le preguntó: ¿Qué te trajo a Persia?. El otro optó por la verdad y le dijo: ‘Un hombre me ordenó en un sueño que viniera a Isfaján, porque ahí estaba mi fortuna. Ya estoy en Isfaján y veo que esa fortuna que prometió deben ser los azotes que tan generosamente me diste’.

Ante semejantes palabras, el capitán se rió hasta descubrir las muelas del juicio y acabó por decirle: Hombre desatinado y crédulo, tres veces he soñado con una casa en la ciudad de El Cairo en cuyo fondo hay un jardín, y en el jardín un reloj de sol y después del reloj de sol una higuera y luego de la higuera una fuente, y bajo la fuente un tesoro. No he dado el menor crédito a esa mentira. Tú, sin embargo, engendro de una mula con un demonio, has ido errando de ciudad en ciudad, bajo la sola fe de tu sueño. Que no te vuelva a ver en Isfaján. Toma estas monedas y vete.
El hombre las tomó y regresó a la patria. Debajo de la fuente de su jardín (que era la del sueño del capitán) desenterró el tesoro. Así Dios le dio bendición y lo recompensó y exaltó. Dios es el Generoso, el Oculto.”


Mario Domínguez Olaya

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