martes, 26 de julio de 2011


SUBLIMIACTUS
Prohibida para menores de 18 o solo lo pueden leer bajo el cuidado o acompañamiento de sus padres

Nos encontrábamos conversando como todas las mañanas al respecto de nuestras recientes experiencias de nuestro trabajo, con los colegas galenos y amigos de siempre Lucio y Ángel, sentados en el cafetín de María tomando un ligero desayuno, cuando bajo su muy interesada atención di rienda suelta al siguiente relato:

“Estaba terminando la atención de aquella dulce anciana, cuando apareció muy solícita al llamado de su abuelita, aquella deslumbrante joven de más o menos veinticinco abriles, que no pude dejar de observar, al verme sorprendido al momento que irrumpió en el dormitorio. De cabellos castaños claros y unos espectaculares ojos azules, de mas o menos un metro sesentaicinco de altura, una figura esbelta, delgada y en forma de guitarra, su tés blanca bajo un bronceado muy fino que decoraba aún mas aquella obra de arte que El Creador había dejado en esta tierra, quizás pienso pudo tratarse de un ángel que llegó a mi visión e hizo de mi, preso cautivo de su atención.

Me saludó muy cortésmente con un beso en la mejilla, que aceleró de manera exagerada los latidos de mi febril corazón y se dobló frente a mí a recoger el librillo de control que se encontraba en los cajones inferiores de su cómoda. Irresistiblemente no pude dejar de observar la perfección de sus glúteos dibujados en el pantaloncillo corto que llevaba puesto, aquellos miembros inferiores tan bien contorneados, hicieron volar mi imaginación, que tropezó bruscamente con la realidad, de verme en la habitación de mi paciente; y que tal monumento de belleza, era su nieta y que por lo tanto, debía mantener la ecuanimidad y la seriedad que el caso lo requería.

Bajé la mirada a mis escritos, terminada las prescripciones y recomendaciones pertinentes, me despedí de la abuelita y antes de hacer lo mismo con su nieta, me invitó su compañía al salir de la habitación.

Sin ninguna esperanza escondida, caminamos unos cuantos metros fuera de la habitación de la anciana, cuando un aparente tropiezo, hizo que la sostenga en mis brazos; y fué de esta manera, que tuve su hermoso rostro muy junto al mío. Su respingada nariz, en perfecta armonía, con aquel rostro de ensueño, giro alrededor de la mía y nuestros labios al fin se juntaron, en un inolvidable momento, donde las palabras y las justificaciones estuvieron por demás.

Las manos de ambos recorrían nuestros cuerpos, que a la vez se frotaban unos con otros, cayendo por las paredes del corredor, empujando las puertas de las distintas habitaciones de la residencia, yo la besaba y ella extasiada besaba cada espacio de mi libre cuerpo de la camisa desabotonada, que su magia desprendía imparable los botones, dirigiéndome de esta forma hacia una de las habitaciones, en cuya cama fuimos a parar, sin dejar un solo instante de acariciarnos uno al otro, sedientos a no más de pasión extrema.

En mi locura, arranqué su pequeña blusa y fuera los sostenes, pude tener en mis manos, aquellas prominencias de cúspides rosadas que dilatadas y turgentes, me conducían irremediablemente, a la más extrema sensación de placer que me hubiera imaginado.

Al mismo tiempo ella hacía lo mismo conmigo, sus besos y lamidos me recorrieron en forma descendente, a medida que arrancaba mi camisa, desabotonaba y bajaba el cierre de mi pantalón…”

La mirada atónita de mis colegas, con los ojos desorbitados era signo inequívoco de su interés y seducción por el relato. Al detenerme por un momento para probar el café que la María me había servido, se escuchó al unisonó su pedido ¡Y que mas, no te detengas por favor…sigue pues cuñaito! Notaba en ellos, el placer y la desesperada obsesión por saber en qué había culminado semejante experiencia, quizás identificados de sobremanera con el rol que me tocaba en aquel momento.

“No se imaginan ustedes, como me sentía en ese momento, solo les puedo decir que no importaba nada en ese instante, si pudieran haber aparecido testigos ante tal hecho, si los gemidos y susurros pudieron haber llegado a los oídos de la anciana, en ese rato solo existíamos ella y yo, todo lo demás no valía nada, al momento de aquella frenética entrega de los dos”. Así había brindado una pausa a mis ansiosos camaradas y continué: “Al descender por mi cuerpo y bajo su agitación convulsionante, continuaba yo en la misma faena, del mismo modo quite de su cuerpo, toda prenda y descendí de la misma forma, por todo su cuerpo y superextasiado, saboreaba sus profundidades de forma ininterrumpida, hasta sentir que ella se alistaba para el momento máximo de la entrega. Sus manos en mis hombros, le permitieron por un breve momento, separarse de mí, mirándonos fijamente a los ojos, se hecho en la cama y extendió sus largos cabellos, de manera tan sensual, sus extremidades abiertas y extendidas, me brindaron la oportunidad de continuar la faena, que no tenia forma de precisar el tiempo de duración. Posado sobre ella nos agitábamos de forma totalmente armoníca, la correspondencia era total, era la llave exacta en la cerradura, de la más sublime aventura que pude imaginar, así la sentí gemir y gritar ¡Sigue papi, sigue sigue mi vida, mi cielo, mi amor, sigue, sigue, papi, papi…! Mi emoción crecía y crecía, hasta que sentía que iba a explotar frente a tanta excitación; y fue así como finalmente ya no pude contenerme; y vertí finalmente todo mi caudal de energía en ese instante, tan pero tan sublime”.

Totalmente extasiados interrumpió primero Lucio “Le diste todito, y no te protegiste, si no sabias nada de ella no pensaste en el riesgo”, Ángel acotó “Y de ahí que hiciste, continuaste, fuiste por la segunda”, Intrigados me miraban esperando que prosiga con el relato. Cabeza gacha e irónicamente, fue que les dije: “Que cosas más no hubiera querido hacer queridos amigos, pero realmente les digo y con mucha sinceridad, que nunca en mi vida había apretado tan fuerte las almohadas de mi cama y había tenido la necesidad de cambiar tan temprano sus sabanas, ese fue el mejor sueño de mi vida muchachos”.

“Eres un con…” fue la respuesta al unisonó y en voz alta, que me dieron mis queridos amigos. El golpe en la mesa de Ángel y las carcajadas de los tres llamaron la atención de los concurrentes de aquel cafetín. De esta forma y sin dejar de lado la curiosidad femenina, se acercó María para ofrecernos algo más de su desayuno…

“El Hombre que vive sueña, lo que es hasta despertar...                                                                                                                                                                         …porque toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son".
Pedro Calderón de La Barca

El Dr. Joe 90

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