sábado, 5 de julio de 2008


EL ESCARABAJO Y EL GUSANO

No suelo hablar muy seguido en primera persona sobre mis emociones, prefiero deslizarlas en mi modesta pluma que siempre tendrá algo que decir mientras esté conmigo, sin embargo hoy haré una excepción ya que la ocasión lo amerita. Un par de semanas antes del retiro del sábado pasado, conversé con Paco en su consultorio sobre la naturaleza del mismo, le manifesté en primer lugar mi plena disposición a participar y al mismo tiempo mi preocupación sobre un preconcepto (no un prejuicio) que me preocupaba y era saber si el mismo tenía un carácter estrictamente ritual y religioso ya que, como se lo hice saber a Paco, yo tengo desde muy joven una opinión bien definida al respecto y quizás podría resultar algo confrontativo y chocante mi presencia en el mismo, Paco me explicó, pacientemente, que no debía preocuparme al respecto, que los temas a tratar serían abordados de una manera libérrima y amplia y que la idea central era crear un espacio de confraternidad entre los participantes. Y no se equivocó, llegó el sábado y desde que nos reunimos en su consultorio pude comprender que no me arrepentiría de participar, hablar de lo vivido ese fin de semana sería redundar, pero para mi quedó clarísimo que la suma de voluntades solo puede realizarse en un clima tolerante y desprejuiciado donde lo más importante siempre será el amigo que tenemos a nuestro lado y podamos navegar libremente, como lo hicimos, entre lo banal y lo profundo. Solo me queda agradecerles por el espacio que pueda ocupar en sus afectos.

Y ya que hablamos de tolerancia, se vino a mi mente una fábula que habla sobre este aspecto de la vida que muy fácilmente olvidamos.

“Había un gusano y un escarabajo que eran muy amigos, pasaban hablando horas y horas y ha veces ni hablaban pero estaban juntos en un agradable silencio.
El escarabajo era consciente de que su amigo era muy limitado en movilidad, tenia una visibilidad muy restringida y era muy pausado y tranquilo comparado con los de su especie. Por otro lado, el gusano también sabía que su amigo venia de otro ambiente, comía cosas que a le parecían desagradables y lo consideraba muy acelerado para el ritmo de vida que él llevaba, lo percibía con una imagen desfachatada y hablaba con mucha rapidez.

Un día la esposa del escarabajo, cuestionó severamente su amistad hacia el gusano ¿como era posible que caminara tanto para ir al encuentro del gusano? A lo que el escarabajo respondió que el gusano era lento y estaba limitado en sus movimientos; la esposa volvió a arremeter: ¿Porqué seguía siendo amigo de un insecto que no devolvía los saludos que el escarabajo le hacia desde lejos? Esto era muy bien entendido por el escarabajo, ya que sabia de la limitada visión del gusano, el cual muchas veces ni siquiera sabia que alguien lo estaba saludando y cuando se daba cuenta no distinguía claramente si el saludo era para él y por eso no contestaba el saludo; sin embargo, el escarabajo calló para no darle mas cuerda a la discusión.

Pero resulta que no sólo era la insidia de la esposa, otros amigos también hicieron causa común para petardear esa relación amical y fueron muchas las respuestas que en el escarabajo buscaron para cuestionar su amistad con el gusano, tanto que al final éste decidió alejarse del gusano para poner a prueba su amistad y esperar que el gusano lo buscara o lo llamara.

Pasó un buen tiempo y la mala noticia llegó, el gusano se estaba muriendo, pues su organismo no había podido resistir tanto esfuerzo, cada día emprendía el camino para llegar hasta su amigo y como no podía avanzar gran trecho, la noche lo obligaba a retornar hasta su lugar de origen.

El escarabajo decidió ceder en su actitud e ir a ver al gusano, sin preguntar a su esposa qué opinaba, en el camino varios insectos, incluso varios que en algún momento hablaron mal de su amigo, le contaron las peripecias del gusano por saber qué le había pasado a su compañero; llegó el escarabajo hasta el árbol donde yacía extenuado el gusano esperando pasar a mejor vida y al verlo acercarse con las ultimas fuerzas que la vida te da le dijo cuánto le alegraba que se encontrara bien, sonrió por ultima vez y se despidió de su amigo, feliz, sabiendo que nada malo le había pasado y simplemente murió.

El escarabajo estaba triste y avergonzado por haber confiado su amistad en otros oídos que no eran los suyos, había perdido muchas horas de regocijo que las pláticas con su amigo le proporcionaban.

Al final, la muerte le enseñó que el gusano, siendo tan diferente, tan limitado y tan distinto de lo que el era, era su amigo, a quien respetaba y quería no tanto por la especie a la que pertenecía sino porque le ofreció una amistad sincera y transparente. Aprendió también que la amistad esta en el interior de uno mismo y que las opiniones de los demás, son sólo eso: opiniones."

Mario Domínguez Olaya


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